Épsilon III - Un adelanto...

Algunos de vosotros me habéis preguntado por el estado de la tercera y última entrega de Épsilon (Aún sin bautizar). La historia aún sigue en su fase de redacción, y va lenta por problemas varios, algunos mencionados. No obstante avanza; despacio pero sin pausas. Para todos vosotros, curiosos, os dejo un extracto de lo último que he escrito. Tranquilos, no desvela nada de la trama... Podéis leerlo con tranquilidad. Y ya puestos ¿Alguna hipótesis de lo que está sucediendo?



Nota: este texto puede sufrir variaciones en su publicación definitiva


Sin detenerse a pensar demasiado, aquel soldado echó a correr por los pasillos dispuesto a salir de allí para llegar al templo y dar el pertinente parte al Hermano del pueblo, evitando, ante todo, cualquier tipo de filtración. Aún gobernaba el caos en las calles y una noticia así sólo podría engendrar más. Eso lo sabía. Pero al salir por la puerta principal del centro de protección de ciudadanos se encontró con algunos de los hombres y mujeres que todavía estaban congregados en los alrededores. Todos ellos se volvieron de inmediato, le miraron extrañados, contemplando las facciones afligidas del guardia. Algo pasaba, eso no lo podía negar, e inmediatamente todos los presentes se arremolinaron a su alrededor implorando una respuesta.


El guardia intentó evadir todas las preguntas de los vecinos, contestando con respuestas cortas y vagas. Repetía que no ocurría nada, que estaba dando la ronda rutinaria e iba a informar al templo. Pero nadie le creyó. Los congregados, que aguardaban el momento para sacar a los presos a cualquier precio, se amotinaron en la propia puerta, provocaron un nuevo altercado y finalmente derribaron a los dos guardias que custodiaban la entrada mientras que el tercero se deshacía de los brazos que le agarraban para correr a avisar al Hermano.

Los vecinos no vacilaron a la hora de entrar, con los guardias aplacados y el camino despejado, y entraron en el interior del recinto completamente fuera de sí. Corriendo como si fuesen un sólo ser, derribando a los guardias que salían a su encuentro tras el escándalo que iban formando, hasta que llegaron a la mazmorra para descubrir lo que el soldado no había compartido. Alguien había ayudado a los presos, posiblemente alguna de aquellas personas a las que llamaban "los otros".

Los altercados se avivaron con esta nueva información: gritos, insultos y antorchas encendidas iluminando todas las calles como si fuera una ciudad más de Silvanio en la época anegada por la oscuridad. Todos en una única dirección, el templo. Nadie quedó exento de la noticia. Era tal el alboroto que todo aquel que estuviera durmiendo, terminó por despertarse, y asustado por no saber qué sucedía, se vestía y que marchaba a la calle a engrosar la marcha del grupo enfurecido. Hasta en el propio barco se podía oír todo el escándalo. Merlo, perplejo, salió de su camarote ataviado sólo con sus cayuqueros. Se dirigió a la proa y avistó desde su posición la hilera de fuego que formaban las antorchas en dirección al templo, acompañado del sonido de cacerolas y ollas golpeadas con instrumentos de cocina. Parecía como si el propio pueblo estuviera a punto de ejecutar a alguien, pero ¿a quién? Tras el capitán salió Tibi, al igual que salieron desde la Zulema los tripulantes de la tierra vecina para ver qué sucedía, pero desde el puerto apenas se podía entender lo que estaba pasando.

- ¡Qué demonios..!- masculló Merlo
- ¿Crees que van a ejecutar a los presos?- preguntó Tibi mientras se abrochaba los botones de su camisa
- Van al templo... Van a por el Hermano del pueblo.- vaticinó el capitán.- ¡Aprisa! Hay que detenerlos.

La orden de Merlo fue muy concisa, lanzada al aire para todo aquél que estuviera en la cubierta contemplando el escándalo, e inmediatamente todos se apresuraron a entrar en los camarotes para vestirse, tomaron sus armas de manos y se echaron a las calles. No sabían cómo lo iban hacer, eran muy pocos contra todo un pueblo dominado por el sentimiento de cólera, pero era evidente que tenían que detener a la masa desgobernada antes de que sucediera una nueva tragedia. Para ello necesitarían ayuda, y mucha. Por eso, mientras Merlo golpeaba a las puertas de todos los camarotes para avisar a la tripulación que aún permanecía en sus camas, Tibi marchó hacia el navío silvano para pedir una nueva colaboración.

- ¿sucede algo?- preguntó Fastian mientras se frotaba los ojos para disimular que se acababa de despertar.
- No lo sabemos aún.- respondió acelerado su amigo.- El pueblo se dirige en masa hacia el templo. Creo que van a por Íntido, el Hermano del pueblo. ¡Apresúrate! Hay que detenerlo como sea.

Y sin esperar respuesta, el capitán desapareció por el pasillo para seguir avisando a la tripulación dejando sólo a Fastian, quien con una sonrisa empezó a vestirse sin apurarse demasiado. Mientras, afuera se podía oír el trasiego de tripulantes, corriendo de un lado para otro preparados para bajar del barco.

Valo estaba haciendo lo propio desde la Zulema. Habían empezado a prepararse incluso antes de la llegada de Tibi para pedir su colaboración, y la gran mayoría estaba ya poniendo los pies sobre el puerto a la espera de las instrucciones que los pusiera en funcionamiento: Uniformados y armados, aunque bien sabían todos que no podían usar la violencia. Aquellas armas sólo tenían una funcionalidad disuasiva.

- ¡Necesitamos ayuda!- imploró Tibi.- el pueblo parece haberse vuelto loco.
- Ya estamos casi preparados, a la espera de las instrucciones de Merlo. No podemos actuar por nuestra cuenta... podría malinterpretarse y crear un conflicto entre los feudos. Actuaremos bajo las órdenes de Merlo ¿Dónde está?
- Avisando a todos los tripulantes de nuestro navío. Bajará enseguida.
- Si perdemos más tiempo, llegaremos cuando ya haya ocurrido la tragedia.

La conversación se interrumpió de golpe, cuando vieron a Merlo bajando por la rampa mientras ordenaba a todos que corrieran sin perder más tiempo. Valo se dirigió a él antes de que desapareciera por las distintas bocacalles, interponiéndose para forzar que se detuviera. Ante todo, el recién estrenado capitán silvano no quería pecar de imprudente.

- ¡Capitán!- alzó la voz.- Tengo a mi tripulación preparada, dispuesta a actuar si así lo estima oportuno.
- ¡Valo, no hay tiempo para el protocolo! ¡Corred todos!- respondió esquivándole y alzando el brazo a modo de invitación para que todos fuesen tras él.

Mientras, en el templo, Íntido había sido interrumpido por el guardia que había descubierto el cuerpo de su compañero en las mazmorras. Estaba informándole de lo sucedido, como también de las primeras reacciones de las personas que se encontraban deambulando por los alrededores. No obstante, pronto pudo ver desde las cristaleras de la segunda planta cómo un anillo del fuego, desprendido de las antorchas, empezaba a rodear el templo, con los gritos y los golpes de todo el pueblo que exigían que salieran. Lentamente se fue acercando al balcón, sobrecogiéndose con la imagen que se exhibía desde su posición. Abrió la puerta y salió en un primer intento de aplacar las voces. Sin embargo, éstas se avivaron con su presencia.

- ¡Silencio! ¡Silencio, por favor!- gritaba inútilmente. El pueblo congregado no cesaba en golpear las cacerolas, en gritar insultos y amenazadas. Su presencia en el balcón, implorando silencio a toda costa, no consiguió más que el caos reinante se desbordase por completo.

Los ciudadanos gritaban una gran cantidad de improperios, mezclados de propuestas para asaltar el templo, tomar al Hermano en el lugar de los prisioneros fugados y hacer con él lo que no habían podido hacer con los otros. Le culpaban por no dejar que la voluntad del puerto de José se cumpliera cuando ya se había pronunciado, de proteger a los asesinos de su pueblo, y enseguida las propuestas de asaltar el templo fueron secundadas por aquellos vecinos que permanecían en primera línea.

- ¡Matemos al Hermano!- se escuchó desde el tumulto seguido de una apabullante ovación.

Y bajo la expectante mirada de Íntido, el pueblo empezó a luchar con los guardias que se apostaban en la entrada, derribándolos en cuestión de segundos, entrando en el interior con la única intención de calmar su sed de venganza. El ruido parecía aún mayor con el eco de la primera planta del templo, un sonido atroz que ya presagiaba los malos augurios que el Hermano, asustadizo, vaticinaba desde sus aposentos.

5 comentarios:

  1. Fuiste mi primer amor, ahora un artista. Cris

    ResponderEliminar
  2. ¡Vaya! Casi me caigo de espaldas en cuanto he visto tus mensajes ¡Menuda sorpresa! (Con esto si que no contaba jaja). Gracias por los ánimos, aunque me temo que aún no soy artista de nada. Sigo siendo el ilusionista de cuando tenía 15 años, pero con más edad.

    Perdona que de los cuatro mensajes que has mandado sólo ponga estos dos. Los otros eran casi repetidos ;) y podrías haberlos juntado en el mismo jeje. Un beso muy fuerte.

    ResponderEliminar
  3. Bueno, parece que épsilon III, ya se te ocurrirá su titulo, no va a defraudar a ninguno de los que nos hemos leído los otros, al menos es lo que me da a pensar a mi después de haberme leído este fragmento. Está claro, que alguien posiblemente por orden del director de faith, a liberado a los presos para conseguir que vuelva a reinar el caos entre los ciudadanos. Pero por lo demás no sabría bien como va la trama. Esperare pacientemente a que este completo el libro, para ver que pasa, y saber la verdad.
    Ahora tengo más ganas aun de que lo completes :D:D
    Oscar

    ResponderEliminar
  4. Bueno, espero que no defraude. Al menos lo estoy haciendo con la mejor de las intenciones jejej

    ResponderEliminar