Pintando un personaje



Estos días estoy empezando a formar en mi mente nuevos conceptos e ideas. Está surgiendo una fusión de cosas variadas, de posibles tramas y nudos para mi próxima historia… Aún no tiene mucho color, tan sólo unas leves pinceladas en negro que contrasta con un lienzo en blanco, aunque poco a poco empezarán a brotar los nuevos colores, a tomar cuerpo: una identidad en sí misma, no me cabe la menor duda.
Son los mejores días de todo lo que conlleva el proceso de creación, esos instantes en los que de nada brotan cosas: ideas, caras, nombres, lugares… como un pintor que colorea sobre un papel un cuadro que está sólo en su mente, cogiendo con su pincel pequeñas cantidades de magenta para mezclarlas con su azul cyan, maravillándose con el resultado de una mezcla tantas veces repetida pero que cada vez sale con una intensidad diferente.
Ahora ya empieza una nueva andadura. Tengo claro cómo empieza, con una fiesta y bailes de fuego, idea que apareció en mi mente tras ver un espectáculo en Port Aventura. Sé más o menos cómo continuará e incluso veo con claridad uno de los momentos más álgidos de la historia, no en su final pero cerca. Sin embargo eso hoy no me ocupa. Hoy me toca empezar a dibujar los personajes.
Tengo claro cuantos serán, cinco el número elegido –aunque quién sabe si se cuela alguien más-, y más o menos sé qué tipo de relaciones los unirá: un matrimonio, una amistad y un lazo familiar… También estoy perfilando las posibles piedras que encontrarán como consecuencia de dichas uniones, al margen de la acción principal. Esta vez tocan temas raciales, sexuales y culturales.
Pero no. Ahora dejaré al margen todo eso, pues toca pintar un personaje. El protagonista, quizás. Una mujer de treinta años, tal vez un poco menos. Tiene el pelo cobrizo, largo aunque aún no sé si tiene el pelo liso o rizado. Es fuerte, esbelta con algunos lunares adornando su espalda. Sus pechos son de tamaño mediano, pero fácilmente manejables para aparentar que son más grandes de lo que son en realidad. Tiene ojos profundos y misteriosos de color castaño, aunque a la luz parecen unas aceitunas. Sus manos son largas y delicadas, como si estuvieran revestidas de terciopelo… y sus uñas parecen encontrar la sintonía perfecta. Cualquiera diría que esta muchacha puede hacer mucho daño con ellas, pero es así. Esta mujer que estoy pintando con letras no es una mosquita muerta. Puede ser agresiva. Mejor dicho, es agrevisa.
Es una mujer sexual, provocativa y provocadora, altiva y envalentonada, emprendedora y valiente, y tendrá sobre sus hombros la responsabilidad de llevar esta historia a buen puerto, acompañada, como he dicho, de cuatro personajes más, aún sin pintar pero que poco a poco cobran forma, personalidad, carisma e incluso cariño.
Esto es lo más divertido de todo: empezar a pintar, crear de la nada algo con identidad propia, y lo más maquiavélico de todo; hacerles pasar mil y una angustia hasta llegar al final. ¡Ah! la chica de la que hablo aún no tiene nombre ¿Alguna propuesta, quizás?

2 comentarios:

  1. Um, me gusta esta idea de hacer participar al público en alguna de las características de los personajes. El primer nombre que se me ha venido a la cabeza es el de Sara, aunque quizás peca de ser poco original, y que una de tus fieles seguidoras (Sarita) no se lo tome a mal. Y mi segunda opción es Mar.

    Es bueno que tu vuelta al trabajo la hayas hecho con esta alegría por empezar un nuevo proyecto. Que duren mucho esta fase de dibujar bocetos y trazos.

    Saludos

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  2. Enhorabuena querido. Estás en la fase creativa... ¡que envidia! Espero que sigas disfrutando con esta nueva historia y nos la dejes leer.
    Un nombre: hay muchos sonoros y hermoso, este verano, en Puerto de Vega (Asturias), un antiguo puerto ballenero del término de Navia, encontré una capilla dedicada a la Virgen de la Atalaya, me sorprendió el nombre porque no lo conocía, pero este nombre, con tantas AS y tanto por mirar, me paració precioso.
    Un abrazo. Rosa

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