¡Sí, somos españoles! pero ¿Hasta cuando?



He estado ausente una semana. Necesitaba un pequeño descanso de ordenador, a parte de haber hecho un viaje relámpago a la playa que me ha servido para volver achicharrado (Y me eché protección). Ahora ya vuelvo a estar en Madrid, justo a tiempo para poder gritar eso de que somos españoles con los jugadores de la selección española, que ayer la liaron parda por las calles principales de la capital para celebrar su histórico triunfo.
Pese a mi desazón inicial con esto del Mundial, he de reconocer que el ambiente de esta última semana ha sido de infarto. Ver a este país dividido en diecisiete por una vez unido, gritando a coro que somos españoles como si hubiéramos hecho un descubrimiento que hasta la fecha desconociéramos ha podido ser, tal vez, un éxito mayor que ganar el propio Mundial. Ver imágenes de fachadas adornadas con nuestra bandera, incluso allá dónde jamás se exhibieron, nuestro himno sonando por las calles y nuestra gente con los colores rojo y amarillo en sus rostros, como si de pinturas de guerra se tratase que identificase a este pueblo… Jamás pensé que vería algo así y me enorgullece y me entristece al mismo tiempo, pues es una lástima que haya tenido que ser algo cómo el fútbol lo que nos haya hecho reaccionar de ese modo, que sea un grupo de niños ricos, de multimillonarios jugando a la pelota, quienes consigan esa unión que no sé cuando se perdió.
Al menos la hemos conseguido, el modo tal vez no importa tanto. El problema está en su duración pues el orgullo de ser español ¿Cuándo desaparecerá? ¿Cuándo volveremos a rompernos en diecisiete comunidades cada vez más distanciadas las unas de las otras? Tal vez me dolería menos la cuantía de las primas que recibirán los jugadores por ganar si su éxito no fuese tan efímero, tal vez no me importaría que los considerasen héroes nacionales, como antaño se hizo con valientes generales que regresaban victoriosos de las batallas, si su triunfo perdurara en el orgullo de ser español, pues temo que, en quince días todo volverá a su cauce y en dos meses, sentirse español volverá a ser cosas de fachas, de franquistas, de votantes exclusivos del partido popular y nuestra bandera y nuestros colores serán, equívocamente, símbolos ideológicos en lugar de símbolos de todos los que vivimos en esas diecisiete comunidades.
Si así sucede, que sucederá como pasó con la Eurocopa, ¿Quién habrá triunfado con este Mundial? Los jugadores desde luego, millonarios aún más ricos y encima considerados héroes, los periódicos deportivos que tuvieron grandes ventas durante las cinco semanas del Mundial, sin contar lo que están vendiendo entre ayer y hoy, los tenderos que se lucraron vendiendo los símbolos de una nación a veces fantasma, los bares que duplicaron su caja al recibir más clientela dispuesta a vivir la emoción en compañía… Evidentemente se ha movido dinero, algo que está muy bien en momentos de crisis, que se active el circuito económico, que se gaste y desaparezca ese miedo que hace que ahorremos hasta el último céntimo. Encima ahora estamos de moda. Todo el mundo se ha vuelto parar mirarnos momentáneamente y quién no nos dice que el turismo vuelve a crecer y que nuestros símbolos se venderán más allá de nuestras fronteras como aquí sucede con las selecciones de otros países que no tienen nada que ver con nuestras diecisiete comunidades. Es y será un éxito de muchos pero España volverá a perder si lo que hoy se ha conseguido desaparece con el correr del tiempo, si volvemos a dejar de ser españoles, si nuestro orgullo por nuestros colores y nuestro escudo se desvanece como el sueño que aún vivimos.
Algo me dice que sucederá y este triunfo simplemente será una portada más acumulada en las hemerotecas. No servirá de nada, más que para haber hecho más ricos a los niños millonarios que juegan a la pelota y dar un solpo de aire a las empresas que han sacado tajada con el fervor por La Roja.
No quiero terminar hoy sin hablar del pulpo y Sara Carbonero, los fenómenos mediáticos de este torneo. De primero sólo mencionar lo surrealista que me parecía que medio mundo estuviera pendiente de lo que hacía el animal, con cámaras y conexiones en directo desde el acuario en dónde vive. Ahora, el bicho tiene tino a la hora de elegir aunque dudo de que realmente tenga dotes de clarividencia. De Sara, si la derrota contra Suiza fue por su culpa, ¿Acaso no deberíamos darle las gracias también a ella de la victoria? ¡Qué paciencia ha debido tener la muchacha!

3 comentarios:

  1. Primero: échate mucha aloe vera, es lo mejor para las quemaduras.

    Me hubiera encantado oir ayer por parte de los jugadores dela selección que donarían esas primas como símbolo de generosidad. No creo que 600.000 euros les haga ser mucho más pobres y además, con los contratos publicitarios lo recuperarán bien pronto.

    Lo de la "unidad" de España, esto no es más que una tormenta de verano. De hecho, la víspera hubo una mega manifestación en Barcelona que reunió entre 500.000 y 1 millón de personas para protestar la sentencia en contra del Estatut. El problema está en identificar símbolos con ideologías.

    Y por último, pulpos a parte, el acoso a la Sara Carbonero fue despiado y se merece una disculpa desde algunos medios informativos. Ayer escuchaba en una tertulia como alguien criticaba el beso de Iker como una falta de respeto o inapropiado y daba un buen argumento la periodista que lo lanzaba: ¿qué hubiera ocurrido si Sara salta en medio del partido a darle un beso a Iker cuando estaba haciendo de portero? Si ella estaba trabajando debería respetarla

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  2. El tema del beso, sinceramente me parece que no le hizo ni pizca de gracia a la Carbonero. Le lanzó una mirada que casi le fulmina, aunque a él le dio igual. El muchacho estaba emocionado y sabía que, con el beso, sólo estaba echando más carne para la bestia. Yo lo interpreté más como un acto de rebeldía a toda la prensa que se ha cebado con él durante este mundial que otra cosa y ella, consciente de cómo funciona el mundo en el que trabaja, no le hizo ni pizquita de gracia.

    Y que esto sólo es una tormenta de verano... es evidente y eso es lo que más pena me da. Como persona de izquierdas que soy, me gusta poder ver la bandera y que no me relacionen con ideologías contrarias. Para mí, la bandera debería ser de todos. Mi experiencia me ha demostrado que no es así.

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  3. Creo que esto ya tenía que acabar de una dichosa vez... ¡qué jartón!
    Estoy de acuerdo en que deberían donar las primas que se han llevado y repartirlas entre varias ONG.
    Las banderas sólo recogen bajo sus vuelos a los que creen en ella y eso, querido amigo, por estas fechas no sucede en todos los sitios de nuestro país. A algunos jugadores se les ha criticado que estuvieran tan contentos de estar y jugar en la Selección.
    Besos miles

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