Ya no quedan caballeros


Nota: Tómese con humor
Dicen que la caballerosidad ha muerto. El galán de siempre, el de toda la vida atento y gentil con las mujeres ha desaparecido del mapa de nuestro país. Dicen que la cortesía se ha esfumado de un plumazo y que los jóvenes de hoy ya no son como los de antaño. Éstas y otras tantas quejas similares llegan a mis oídos con frecuencia, en voces de mujeres que añoran aquellos tiempos en los que los hombres les dejaban sus asientos en el autobús, abrían las puertas para que ellas pasasen y les retiraban las sillas para que se sentasen.
A mí personalmente me hace mucha gracia este tipo de quejas. Las mujeres añoran estos gestos que en algunas ocasiones forman parte del cortejo, aunque en la mayoría de los casos se fundan en el machismo que hoy se pide que retroceda. Sí, el hombre caballeroso con todas las mujeres no era cortes, sino machista. Un hombre que suponía que la mujer era tan inútil que no podía abrirse la puerta ella misma o quedarse en pie durante un trayecto de diez minutos en el metro.
Puedo entender y entiendo cuando un hombre, que se fija una mujer, tenga todos estos detalles. Forma parte del baile de la seducción, del cortejo amoroso. Son gestos que realiza para que ella se fije en él y repare en su presencia si hasta el momento ha resultado invisible para ella. Te abro la puerta y te dejo pasar, al tiempo que te dedico la mejor de mis sonrisas. Ella te la devuelve, asiente y dice gracias. A veces como un susurro. Si el gesto es correspondido, le tocará a ella lanzar la siguiente señal o que vuelva a insistir si es lo que ella busca. Todo eso está muy bien pero ¿Por qué un hombre debe tener esta actitud con todas las mujeres por el simple hecho de serlo? ¿Por qué tenemos que retirar las sillas para que ellas se sienten? ¿Por qué tenemos que abrirles las puertas y dejarles pasar primero? ¿Porque somos caballeros? ¿Acaso tenemos que serlo?
La mujer de hoy reclama a gritos la igualdad. Pide poder trabajar en los mismos puestos, con los mismos salarios… aunque curiosamente muchas de ellas alegan no poder ejercer ciertos trabajos por las diferencias físicas existentes entre ambos sexos. También he escuchado a muchos hombres mencionar que el físico de una mujer la incapacita para trabajar en una mina o cogiendo ladrillos. Es decir, que somos iguales y no lo somos al mismo tiempo, en función de la vara de medir que nos interese en cada momento. Por supuesto en una generalización ardua injusta, pues sé de mujeres que tienen la fuerza necesaria para tirar de un carro y de hombres que no la tienen (mismamente el menda no se imagina cogiendo bombonas de butano. Me herniaría de nuevo en menos de una semana. Aunque tampoco me imaginaba de vigilante de seguridad y estuve dos meses trabajando en ese sector ¡Quién me lo diría!).
Todo esto, el movimiento a favor de la igualdad, ha terminado poniendo de manifiesto lo más básico y lógico. Y es que las mujeres ¡también saben abrir puertas!, matando así este vestigio del machismo, esta cordialidad de hombres a mujeres, de caballeros dedicados que facilitaban la vida a las féminas, sean quienes sean, sean como sean y simplemente por lo que eran. Ahora la pregunta ¿De verdad era una actitud provocada por el machismo o tal vez por el feminismo? Y es que la vida es muy cómoda teniendo al otro sexo facilitándote las cosas, dejándote el asiento cuando todos están ocupados, retirándote la silla para poder sentarte, abriéndote la puerta para dejar que pases primero. Esto es como aquella división entre señores y vasallos… tal vez por eso las mujeres lo echan tanto de menos. Han perdido a sus criados.

2 comentarios:

  1. Muy buenas observaciones. Me parece que has dado en el clavo, no obstante, a veces hay mujeres que califican la descortesía en los asuntos que mencionas como machismo. Creo que, solo podemos atinar a preguntar a nosotros mismos (como hombres) ¿qué quieren realmente las mujeres?

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  2. Desde mi ordenata, con humor... ;))))
    Considero, yo que he sufrido el más puro machismo en mis carnes y en mi espíritu desde que nací y me ha costado lo mío librarme de sus cadenas, que el feminismo fue algo necesario en su día, pero que hoy tal como lo es el machismo, es algo rancio, trasnochado y "enemistante". Creo en la persona, indistintamente de sus hormonas o de su estatura. Creo en la inteligencia, en la tolerancia, en la capacidad personal sin mirar jamás su entrepierna -que hoy día ni eso sirve, oyes-. Y afirmo, con el corazón en la mano y un riñón en la otra, que el feminismo es ridículo y crispante en la voz y la figura de Bibiana Aído... ¡¡que deje de velar por mis intereses, por favor!!
    Todos esos gestos que indicas en esta entrada me parecen bobos y yo no los busco ni los espero... quizá es que soy caballona y poco femenina, jeje!
    Besos miles

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