Todos contra Eurovisión

No me cabe duda que cada año el sistema de preselección del tema que nos representará en Eurovisión gana en polémica. Este festival ha tenido grandes momentos, así como al contrario dónde la expectación que se creaba era casi nula. David Civera dio un empujón al festival en el año que él representó a España. Un año después, el fenómeno OT hizo lo que ya nunca ocurría, pero el cambio de cadena del famoso programa musical, obligó a TVE a buscar nuevos y efectivos métodos para que la atención no decayese.

Es difícil hablar de TVE y su grado de compromiso con el festival. Son muchas las voces que aseguran que la primera interesada en no ganar, es la propia cadena quién estaría obligada a acoger al año siguiente tan caro acontecimiento. Por otro lado, hemos sido testigos de hasta qué punto la cadena pública ignora los compromisos que adquiere al entrar al trapo, dónde ya el año pasado se pasó las normas de las semifinales directamente por el forro.

Por otro lado tenemos la unión de países, el síndrome del amigo que disminuye las posibilidades de victoria para los Estados con menos aliados, así como victorias que casi se pueden adivinar semanas antes de la final (El año pasado, minutos antes de que comenzase la primera actuación, dije a mis familiares: “Gana Noruega” y no porque creyera en la canción –que a mí no me disgustaba-, sino porque ya llevaba Internet tres semanas señalando este triunfo).

Estas dos variables han provocado que gran parte de la población recele de este festival tan antiguo. Ya nadie cree en Eurovisión y en nuestras posibilidades de victoria, y gran parte de la audiencia pide a gritos que TVE abandone de una vez el festival. Petición que no es respondida, pues TVE se presenta año tras año, hace su preselección que tampoco le da grandes datos de audiencia y tira para adelante a cualquier precio: el año pasado el precio fue Soraya y un injusto penúltimo puesto. Tal vez por eso, cada vez vemos con más gracia candidaturas como la de Popstar Queen.

La periodista de ‘Sálvame’ intentó trasladar el circo de Telecinco con una “intención pura”. Más tarde, como bien sabemos a estas alturas, fue descalificada por incumplir las normas, entre ellas aquélla que exige exclusividad del tema para TVE y que ella ya estaba explotando en la cadena de Fuencarral vendiendo politonos. No obstante, ella era la más votada por encima de artistas reales y con esperanzas depositadas en el festival, no de ganar, sino de darse a conocer, de estar en el candelero musical del cual quieren vivir.

Tras su descalificación, Marchante prosiguió con su circo ya ajeno al festival, pero las polémicas no acabaron en ella. A dos días de acabar el periodo de votación para elegir los diez candidatos finales, tenemos en la lista a tres posibles formaciones dispuestas a representar a España tildados de frikismo y de complot contra el festival.

El Pezón rojo, que alterna el número uno en las votaciones con John Cobra, es la primera candidatura a destacar. Ya estaba como posible candidata final cuando Marchante inició su corta andadura, y ahora, con la ausencia de la periodista, es innegable que los veremos si no los descalifican a última hora. Gozan del apoyo de los Cuarenta Principales, algo que me choca…. La cadena musical de referencia en este país debería apostar por algo serio y no por la opción que da uno de los locutores de la cadena ¿Por qué se presentan? Más allá de repetir la broma que La Sexta hiciera en el 2008.

Otro ejemplo de esto, y peor aún, es John Cobra. Un rapero o algo así que canta una canción titulada ‘Carol’ que directamente es horrible, tediosa. Es la segunda opción gracias a un foro, uno de los más grandes en las comunidades de Internet ‘todocoches.com’, que decidió buscar una de las candidaturas más variopintas y llevarlas a la gala final sólo para hacer la gracia. El foro tiene más 40.000 usuarios activos, por lo que, si suponemos que una pequeña parte decide ir adelante con sus cinco votos diarios, es fácil entender cómo han colado a semejante individuo. Yo puedo entender que a John Cobra le guste su música, pero seamos realistas… su oferta no será respetada por los eurofans, que son los que votan al final y mueven este certamen. Sí, ya sé que hace unos años ganaron unos monstruos con un tema Heavy, pero ellos hicieron una gran puesta en escena, llamaron la atención y además eran serios dentro de su género musical. No se puede comparar.

Ya el rizo de todo este asunto lo pone el octogenario ‘El gato’ que interpreta una especie de copla-dance directamente vergonzosa. Su éxito, que está en horas bajas estos últimos días, también ha sido promovido por varios foros de Internet. Yo, viendo la canción, me pregunto si el hombre realmente es consciente de lo que está haciendo, así como me gustaría saber quién le brindó tan pintoresca idea.

A estos tres candidatos les siguen el ‘All star’ de Ot, un actor y una vieja cara conocida que nos representó ya en el pasado en Eurovisión (quedando segunda, por cierto. Aunque el Eurovisión que se encontrará, en caso de ser elegida, será muy diferente al del entonces), completando así esta singular lista No obstante, el resto de candidatos de los diez más votados, presentan algo que me puede gustar más o menos, pero que no dudo de las intenciones reales de sus artistas. Ellos quieren representar a España porque creen en sus opciones y en lo que el certamen puede aportarlos… Los otros tres, sólo fama y boicotear un certamen que gusta a muchos y que detestan posiblemente otros muchos más.

Estas tres candidaturas sólo están teniendo apogeo para tirar nuestra representación, para ver hasta dónde TVE podrá aguantar. El foro de todocoches.com tacha a John Cobra, su representado, de friki y ridículo, del mismo modo que pasa con el octogenario. Sólo quieren joder Eurovisión. Es como si yo, que no me gusta el fútbol, me fuera a los estadios para lanzar piedras a los jugadores sólo para que cancelasen los partidos. ¿No sería mejor que, todos aquéllos que reniegan del certamen, simplemente lo ignorasen? Que dejen a los artistas que quieran presentarse, que lo hagan, y los que aún queremos verlo, que lo veamos. Pero que no nos impongan su ‘verdad’ a golpe de friki sólo porque no les guste.