La bestia Bella

Hoy perdonadme que os traiga un refrito, pero ya estoy acabando Épsilon y eso me deja muy poco tiempo (Además, el mundo sigue empeñado en no dejarme tranquilo. Me juego tres dedos que cuando ya no escriba, nadie se acordará de mi vida y milagros, quedándome solo en casa dándole a los botones de la Play).
A primeros de enero escribí un relato inspirado en un villancico inglés. Entre los comentarios, Sarita hizo mención a otro que escribí en mayo. Concretamente éste que traigo hoy para aquellos nuevos amigos que no lo leyeron entonces. Lo escribí para uno de los certámenes de Bubok, aunque al final lo descarté inclinándome por otro. No obstante, en Facebook muchos lo leyeron y lo prefirieron a la otra opción que presenté. El tema era ‘Versiones de cuentos infantiles’ y yo versioné un trozo de ‘La bella y la bestia’
La bestia Bella


- Se oye una canción que hace suspirar y habla el corazón, de una sensación grande con el mar…

- ¡Te quieres callar de una puta vez! –interrumpió Bella, quién intentaba entrar en el maldito vestido que le había dejado el armario sobre la cama.

- Querida, no te pongas así –intentó tranquilizarla la tetera- si sigues con esa actitud terminarás perdiendo el juicio.

- Estoy hablando con una tetera, algo me dice que ya lo he perdido –continuó molesta- ¿Se puede saber por qué no hay un vestido de mi talla?

- Tienes que perder un par de kilitos, la anterior Bella entraba en él sin problemas –respondió el armario al tiempo que ella empezaba a cambiar de color.

- Pues yo no soy la anterior Bella ¿Estamos? Quiero un vestido de mi talla.

La tetera y el armario se miraron desesperados. La muchacha apenas llevaba dos días en el palacio y prácticamente había discutido con todos: con la escoba, con los cubiertos, el candelabro… ¡Hasta con Bestia! Quien se había recluido asustado en el ala oeste. Aquella noche Bella tenía que bajar a cenar con Bestia. Así lo decía el guión, donde todos cantarían y bailarían para celebrar la llegada de la muchacha que estaba llamada a romper la maldición. Pero ¿Acaso no sería otra maldición que hubiese llegado esta muchacha en concreto? Impertinente, mal educada, grosera… y ni siquiera sabía cantar. ¡¿Cómo diantres iba hacer el número que les tocaba?!

No era muy difícil adivinar que Bella estaba de muy mal humor, posiblemente debido a que se había convertido en la segunda opción de la película. Si la anterior Bella no se hubiese indigestado con la cena, hoy no estaría en aquella habitación, encerrada hablando con unos muebles que intentaban obligarla a meterse en un vestido que no le valía. Y encima estaba Bestia, ese ser asqueroso que, cuando no estaban grabando, se metía en un cuarto cerrado a darle a la zambomba o a apretar a los botones de la consola. Pero para la tetera, aquella escena tenía que salir adelante. Ya estaba cansada de los delirios de grandeza de las malditas princesas. Ya le había tocado aguantar en distintos papeles a Cenicienta, a la Sirenita y a Blancanieves, y todas eran iguales de creídas. Sabía como tratar con calaña como ésta, y lo mejor era hacerles creer que de verdad eran unas princesas.

- A ver, encanto ¿Acaso no estás contenta? Eres la protagonista de esta historia. Sin ti, nada sería posible- intentó ganarse a la tozuda Bella

- ¿Qué si no estoy contenta?- preguntó con una mueca extraña –claro, mi teterita, estoy… ¡Cómo unas castañuelas! Tengo que bajar ahí a comer sopa delante de un monstruo.

- Querida, pero de eso trata este cuento, de tolerancia y de belleza interior –y de repente, el candelabro salió de debajo de la cama cantando con fuerza

- No hay mayor verdad la belleza está en el corazón –y Bella agarró su zapato de tacón y lo lanzó contra él haciendo que las velas salieran disparadas en distintas direcciones-. ¡Ahhh!

- ¡Cómo alguien más vuelva a decir esta horterada, juro que le arranco la cabeza!

- ¡Pero chica, tranquilízate! –imploró la tetera.

- ¿Qué me tranquilice? Pero que clase de enfermo escribió un cuento donde tengo que mantener relaciones sexuales con una bestia.

- Querida, el sexo viene después del colorín colorado… y ahí ya no es una bestia, sino un apuesto príncipe.

- Será un apuesto príncipe al principio, pero ¿Acaso crees que no volverá a lo que es hoy una vez casado? Cuando se pase horas sentando enfrente del televisor viendo el fútbol mientras bebe litros y litros de cerveza, contribuyendo así a un aumento considerable de su asquerosa y flácida barriga.

- Y a ti se te caerán las tetas y te crecerá el culo –interrumpió la tetera- ¡Es un maldito cuento! ¿Quieres ponerte el puñetero vestido?

- Pues no. Tengo un problema con el guión. Diría que es ofensivo.

- ¿Ofensivo, ha dicho?- preguntó sorprendida la escoba.

- ¡Sí, ofensivo! ¿Por qué tengo que ir a casarme? Por qué todos los cuentos de la factoría van de pillar marido: Blancanieves, Cenicienta, Pocahontas… Es que no podemos ser mujeres independientes.

- Estoy empezando a pensar que Blancanieves era un encanto –balbuceó la tetera en alto.

- ¡Claro que lo era! Tenía siete hombres a su disposición.

- ¡Eran enanos!- gritó la tetera.

- Sí, pero hombres al fin y al cabo. Yo me tengo que enrollar con una bestia. Se podría considerar zoofilia.

- ¡Válgame, Dios!- exclamó el armario.

- Mira, princesa –trató la tetera de serenarse–, vas a ponerte el vestido, te vas a sentar frente al tocador y el espejo te peinará, pintará y hará que parezcas ¡hasta simpática! Vas a bajar a salón y te vas a sentar, con mucha educación, para degustar la cena que tanto trabajo nos ha costado hacer. Charlarás con Bestia y después bailarás y cantarás al ritmo de la canción ¿Hortera? Pues sí, una horterada, pero esto es un cuento para niños y a los niños les gusta. Y si no te apetece, no haberte presentado. Sabías a lo que venías cuando entraste al palacio. Así que, no me toques más el asa y ¡Vamos!

Pero Bella no permitía que nadie le hablase así, a ella, a la protagonista de la historia. Y completamente fuera de sí, se levantó, agarró a la tetera y la estampó contra la pared haciéndola estallar en miles de pedazos. La escoba, el armario y el candelabro gritaron asustados al ver como la vida de su compañera se volatilizaba en el aire e inmediatamente abrieron la puerta y salieron corriendo por el pasillo para evitar que fueran los siguientes. Dentro de la habitación se quedó Bella, con un mechón del pelo tapándole un ojo y jadeando irritada. En ese momento, Bestia apareció con timidez. Ya se había arreglado y se disponía a avisarla de la hora de la cena, cuando al entrar en la alcoba se encontró los restos de la tetera y a su princesa enloquecida.

- ¿Qué quieres? –preguntó Bella con sequedad.

- La cena… -apuntó Bestia- Ya está preparada.

- ¡¡Largo!!

Y Bestia salió despavorida, entusiasmada porque por fin había encontrado a su chica perfecta.

1 comentario:

  1. Todos los adolescentes que empiezan a perder su inocencia deberían leer esta versión del cuento para que sepan que les espera en el futuro............

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