Las fases de Aluk - De Catalina Gómez


Hoy os contaré por qué la diosa Aluk cambia de forma, dijo la anciana señalando la esfera plateada del firmamento, mientras la luz de la hoguera embrujaba su rostro y la tribu entera guardaba silencio.

Mucho tiempo atrás, cuando nacieron los primeros clanes, Aluk siempre estaba completa y las noches eran claras como el día. Uno de los nuestros, Taron, amaba cazar bajo su luz. Dormía durante el día y por la noche atrapaba a sus presas con la agilidad del tigre. Taron era muy apreciado en la tribu, con él nunca faltaba el alimento.

Pero todo cambió una tarde, justo antes del anochecer, cuando conoció a una extraña mujer venida del Norte que le hechizó con su belleza. No pertenecía a ningún clan que Taron conociese. Tenía el cabello plateado como una anciana y la piel blanca como el invierno. Era hermosa y distinta. Taron descuidó sus obligaciones, su pueblo comenzó a pasar hambre, pero a él no le importó pues sólo deseaba estar junto a ella. Sus encuentros eran breves, siempre con las últimas luces del día, pero tan intensos que quedaba desesperado cuando ella se marchaba. Desconocía su origen, incluso su nombre; sólo sabía que cada anochecer, cuando el dios Maluk derramaba su última luz tras las montañas, ella le abandonaba.

Taron decidió poner fin a aquella angustia y una tarde, a pesar de sus prohibiciones, la siguió. Caminó agazapado entre las rocas, tal como acechaba a sus presas. Ya las sombras comenzaban a envolverle cuando la vio, en lo alto de un risco, con los brazos extendidos hacia el cielo. Cuando casi la había alcanzado, la oyó llorar: Dejad que me quede junto a él, suplicaba a los dioses. Pero éstos no la escucharon. Y Taron vio horrorizado cómo la joven, como cada noche, se transformaba en una brillante luz que flotó hacia lo más alto del firmamento, tomando allí su verdadera forma. Al fin supo su nombre y lo gritó desesperado hacia el cielo, tratando de hacer volver a su amada. Dicen que pasó allí los días y las noches, sin comer ni dormir, llamándola sin cesar, tratando de conmover a los dioses. Y tanto fue su sufrimiento que dejó de ser hombre y se transformó en lobo para que así, cada noche, su aullido enamorado llegase hasta ella. Incluso ahora, si escucháis con atención, podréis oír cómo dice su nombre en un largo lamento…

Y es por eso que ella cambia. Por eso hay noches brillantes como el día, cuando se muestra entera a los ojos de Taron. Y por eso mengua poco a poco hasta lograr desaparecer. Porque es entonces, en esa noche oscura, cuando Aluk logra escapar para estar de nuevo con su amado.


Catalina Gómez
Relatos sorprendentes

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