Escribir a cuatro manos

Borrador de la portada de la novela. Ilustración de Javier Carracedo

Un día cualquiera, de éstos calurosos del mes de julio, mi hermana Esther me dijo de quedar por Madrid para echar la tarde y tener una sesión de éstas muy nuestras de cotilleo intensivo. Quedamos a partir de las tres, que es cuando salgo yo de la oficina… y como hacía tanto calor, qué mejor que irnos a pegar un chapuzón en la piscina. 

Ella había preparado unos bocatas de tortilla, cogimos un par de coca-colas y nos sentamos a comer ya vestidos en traje de baño. Esther acababa de terminar de leer “La mujer de la piel manchada” y tenía muchas ganas de sentarse a hablar conmigo. Quería comentar cosas, debatir sobre algunos puntos, y sobre todo, decirme que le había encantado. Y aunque hace tiempo que empecé a restar importancia a los comentarios que llegaban de familiares directos (cuando me leen) ya que siempre suelen estar más predispuestos a agradar, esta vez reconozco que me hizo bastante ilusión saber qué opinaba ella sobre esa novela en concreto. 

Yo no lo escribí en ningún sitio, pero Erika, la chica protagonista de aquella novela de fantasía, estaba inspirada en mi hermana. Esa novela estaba escrita por y para ella y por eso, que finalmente cogiera el libro y lo leyera, significaba mucho para mí. Así que, debo reconocer que afrontaba aquella conversación con mucha ilusión.

Ahora ¡¿Quién me iba a decir a mí lo que depararía aquella tarde?! Entre chapuzón y chapuzón, alternándolo con algún helado, Esther me preguntó: ¿Y si escribiéramos una historia juntos?

La propuesta presentaba un reto. En primer lugar porque nunca antes había escrito con otra persona, y en segundo porque sería la primera vez que Esther escribiera una novela. No obstante, no puedo negar que me parecía una iniciativa muy bonita. Una iniciativa que seguramente me hubiera esperado más de otra persona, pero era Esther quien quería embarcarse en esta aventura conmigo, orgullosa de hacerlo agarrada a mi mano.

Dije que sí sin vacilar e inmediatamente nos pusimos de desgranar los ingredientes que queríamos para esa historia que íbamos a escribir juntos. Y muy pronto empezó a surgir la magia, la fantasía, seres colosales, historias de amor, dioses, los elegidos… Esther y yo somos muy afines y compartimos muchos gustos, por lo que no era de extrañar que nuestra historia fuera a ir por esos derroteros.

Quedamos más días y cada vez que nos encontrábamos, hablábamos de aquella historia que iba creándose en medio de una tormenta de ideas en la que brotaban personajes, lugares, antagonistas, símbolos… hasta que, al final, empezamos a escribir. Ella en su casa, yo en la mía, y el dropbox como mejor aliado.   

La historia que estábamos creando era fantasía pura y dura y encajaba a la perfección con la idea que un día tuve sobre el universo de Novorsa. Para mí, Novorsa es mi marca de novela de fantasía y me encontraba escribiendo fantasía. Además, la primera fábula estaba en parte inspirada en ella… y ahora estaba escribiendo con ella. Tenía hasta cierto sentido, cierta poesía. Así que, le propuse sellar nuestra historia bajo el nombre de Las Fábulas de Novorsa, convirtiéndola así en la segunda de la serie de libros. ¡Y ella aceptó!

Ya ha pasado casi un año desde aquella primera toma de contacto y tenemos la maquinaria a tope. Tenemos casi terminada la historia y muy pronto comenzaremos con correcciones, en las que cada uno irá a pillar al otro. Esperamos tenerlo todo listo para después de verano y que esta segunda fábula, que no guarda relación con la primera, vea la luz en bubok o en las plataformas digitales que consideremos oportunas. No ha sido fácil y aún me temo que nos tocará estrangularnos un poco más, discutir sobre qué hacemos y decidir lo más difícil de todo: el final (Aunque lo principal ya estaba escrito desde el principio). 

Ante todo ha sido una gran experiencia. Nos habremos querido matar mutuamente en alguna ocasión, pero ahora, con el fin ya muy cerca, podemos ver lo divertido que ha sido y las risas que nos hemos echado. Ojalá que la gente que se meta en esta segunda fábula la disfrute tanto como nosotros escribiéndola. Hemos sido dos escritores inexpertos que hemos actuado como los dioses caprichosos de nuestra propia novela, teniendo en nuestra mano el destino de mundo. Pronto la compartiremos con todos vosotros.

La ilustración de la portada emergió de la cabeza de Esther, y fue su amigo Javier Carracero quien la hizo realidad. ¡Muchas gracias, Javier! 

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