La repetición de una mentira no hace una verdad



Cómo todo el mundo ya sabe, desde el día dos de enero, España tiene una Ley Antitabaco restrictiva como nunca antes habíamos tenido. Una ley que prohíbe fumar en cualquier espacio público que vaya a ser compartido: ni bares, restaurantes, estaciones, hospitales y mediaciones, parques infantiles… Nada. Sólo se puede fumar en la calle y en la casa de cada uno. No ha sido una sorpresa para ninguno. Ya estábamos avisados de lo que se nos echaba encima aunque muchos no querían creerlo. Para muchos, la ley no sería respetada por lo que no había de qué preocuparse.

Ya han pasado seis días desde que entró en vigor, y alucinantemente, en todos los bares en los que he entrado no se fumaba. Si alguien se encendía un cigarro, el camarero le daba el pertinente toque de atención. Ya hemos empezado a ver los primeros fumadores en la calle, en las puertas de los bares, congelándose de frío salvo que el tabernero hubiera puesto alguna estufa fuera para satisfacer a este sector de su público. También han salido las primeras noticias de gente que se niega a acatar la ley. Un hombre con seis puntos en la frente por un golpe de un fumador que no soportó que le instarán salir fuera, un dueño de un asador liándose a hachazos con su máquina expendedora, un hombre detenido por fumar en un hospital y un dueño de un bar retando a las fuerzas del orden colgando un cartel dónde asegura que en su bar se fuma. No hay de qué preocuparse. Era lo que cabía esperar, y simplemente se trata de una cuestión de acostumbrarse a la nueva normativa. Hoy nadie se echa las manos a la cabeza porque no se pueda fumar en el metro. De hecho, era algo de sentido común.

No obstante los fumadores están empleando una táctica muy fea para hacer que su pesar cale en toda la sociedad. Los fumadores se están dedicando a repetir sin pruebas y argumentos algunos que los bares, todos los bares, están completamente vacíos. Dicen que el público objetivo de estos establecimientos es mayormente gente fumadora que iba al bar a tomarse una copa o un café mientras se echaban un pitillo. Sin embargo, sin el placer de llenar sus pulmones de humo, no quieren tomarse la copa. La consecuencia más inmediata según ellos son las pérdidas millonarias de los bares. Y en un país dónde hay más bares que chinos, las pérdidas son casi un suicidio económico. Ellos repiten esto una y otra vez para que todos creamos que es la verdad, que ésa es la realidad existente para que nos hagamos eco de la hecatombe que está a punto de explotar.

Pero que no nos engañen. La repetición de la misma mentira no hace una verdad, y la realidad que yo mismo he visto es otra. Los bares no están vacíos, por mucho que ellos lo digan. Vale que a ciertas horas hay menos gente, e incluso me atrevería a decir que muchos fumadores no están tomando su habitual copa o café por despecho, como único modo de protesta para obligar a la hostelería a adoptar medidas que se salten la ley. Pero sólo lo hacen ahora. Es una simple cuestión de acostumbrarse, de aceptarlo, de educación a la ciudadanía. Cuando vean que no consiguen nada, desistirán en su actitud y volverán a tomarse la copa y el café pero ahora en las puertas de los bares para evitar que lugares cerrados queden impregnados de tabaco.

Yo no estoy de acuerdo en muchas de las cosas que se dicen hoy en día. Ni en lo que dicen los fumadores ni en un texto en vigor tan estricto. Un texto que no plantea soluciones para ayudar a los fumadores. Todo estamos de acuerdo con que el tabaco mata, entonces ¿Por qué no se ha elaborado un plan de acción que ayude a desintoxicarse? ¿Por qué simplemente se limitan a prohibir y agravar el coste de cada paquete con más impuestos?  

Esta Ley era necesaria, guste o no. La mayoría de la gente no consume tabaco. Según algunas encuestas la población que fuma está torno al 30%. Las más generosas dicen un 40%, por tanto ¿Por qué se iba a permitir que la salud de una mayoría sea contaminada por el de una minoría? Sé que ahora muchos dirán que qué sucede entonces con la contaminación de los coches, tan perjudicial o más que el humo del tabaco.  A esa contaminación estamos expuestos todos, niños, adultos y mayores. ¿Por qué no se regulan las cantidades de contaminación que se vierte diariamente en las calles? Y supongo que la respuesta es tan sencilla como lo es con el tabaco. La inmensa mayoría de la población tiene coche y conduce. Todos alimentamos esa tendencia, algo que no sucede en la misma proporción con el tabaco. Si fumase un 70% de la población, ¿Habrían hecho esta ley?

Otra de las cosas que he oído estos días es que ya había una ley, que los bares ya eligieron si querían ser de fumadores o no fumadores. Si sólo una minoría fuma, ¿Por qué la mayoría de los establecimientos optaron por dejar fumar? Y en eso tienen la culpa los no fumadores.  Sí, los no-fumadores, los cuales ahora nos tachan de intolerantes, hemos sido unos gilipollas siempre.

Vamos a tomar algo con la familia. Nueve personas a tomar una copa. Tres de los nueve fuman, seis no y por satisfacer a la minoría se elige el bar dónde se puede fumar. El fumador jamás considera ceder el placer de meter humo sólo por entrar en un recinto libre del tabaco en beneficio de las seis personas que no fuman y le acompañan. Siempre hemos sido los no fumadores quienes hemos cedido para que el fumador no tenga que irse y perderse por tanto el momento que estamos compartiendo No, nos metemos en los sitios reservados para fumadores. Si los no fumadores no hubiéramos tenido esa tolerancia, mejor hubiera ido a los establecimientos que optaron por no dejar fumar, y a lo mejor habría más espacios libres de humos haciendo innecesaria esta ley.

Rompimos la baraja y ya no se puede fumar. Nos guste o no. Los bares que hicieron reformas para mal habilitar –en la mayoría de los casos- espacios han tirado el dinero (Y ni siquiera se opta por indemnizarlos, lo cual me parece de escándalo). Muchos creen que al final se echará la ley para atrás. Yo creo que no, ni un cambio de gobierno traerá una ley que permita fumar en espacios cerrados. Poco a poco la gente se acostumbrará y el goteo de noticias sobre actos incívicos como el protagonizado por el hombre que abrió la frente a un camarero, dejarán de tomar las hojas de los periódicos. Personalmente, este bándalo –porque otro nombre no tiene- habría tenido una conducta igual con cualquier otra chorrada. Esa noticia no iba de fumar, sino de un descerebrado, soberbio, prepotente, chulo y grotesco. Los bares recuperarán los clientes que ahora han perdido, cuando terminen resignándose a la nueva realidad. No obstante, que no me digan que están vacíos. Esta mañana estábamos los de siempre tomando café en el bar de la Estación, en el VIP’s había una cola de media hora para entrar a comer, en los bares de Bravo Murillo había gente como cualquier día… la única diferencia era que en el ambiente no se respiraba el aire viciado por el tabaco. ¿Acaso no es una bendición?

1 comentario:

  1. Pues estoy de acuerdo y en desacuerdo contigo.

    Comparto contigo que los primeros en hacer mal las cosas somos los no fumadores, porque sí, yo que no me gustan los locales donde no se puede respirar más de una, y más de dos veces he aceptado que unos pocos del grupo nos arrastraran al resto a locales para fumadores, e incluso he tolerado ver como la gente encendía un cigarrillo justo debajo de un letrero que lo prohibía y no me he quejado pertinentemente.

    Pero lo que sí he visto en estos primeros días del año, en las dos ocasiones que he salido a pub/discotecas, es la presencia de mucha menos gente, y además los que estaban no eran fumadores habituales, porque ninguno de ellos salió a echar un cigarrito. Puede ser que la resaca de fin de año y el poco dinero que quedan a estas alturas de las fiestas haya influido, y mucho, pero creo que las primeras semanas el "castigo" por parte de los fumadores y el no poder dar la calada a gusto dentro del local ha bajado la afluencia a los mismos. Si además tenemos en cuenta que con este frío es muy incómodo estar en la calle, todo junto, ha hecho que la nueva ley reduzca los clientes.

    Pero también pienso que es una circunstancia temporal y que antes de Semana Santa, los fumadores se las habrás ingeniado, o resignado, para superar su "mono".

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