Es ella


Curiosos personajes de la farándula adornan nuestros días en televisión, personajes que se exhiben públicamente en todos y cada uno de los medios que pueden, personas que dejan que la televisión entre en sus vidas como si fueran concursantes de Gran hermano, pero a diferencia de éstos, ellos lo hacen constantemente: semanas, meses, años… Viven por y para verse reflejados, a veces casi retratados, en un extraño marco dónde pueden ser protagonistas de su propia película.
Así es ella, Belén, hablo de La Esteban –por supuesto- ¿Qué otra Belén hay si no en España? La princesa del pueblo, la voz de muchas personas que la adoran cual cristiano a su Jesucristo crucificado. Y ella, por su público, mata. Como decía un columnista de ABC hace apenas unos días, es un personaje mediático que ya es más que la propia persona. Es un rol que interpreta exponiéndose diariamente en su programa, mostrando su dolor, enseñando cómo sufre constantemente como si fuera una adultera en épocas medievales a las que ponían la letra Escarlata para que la sociedad la repudiase. Ella hace un continuo exhibicionismo de su sufrimiento y hace partícipe al público del mismo para que simpaticen con ella y su pena. Todos la quieren, todos la adoran… pues ella se ha proclamado la voz de todos los curritos, ella se ha convertido en la representación de las clases más modestas de aquella España de panderetas. Ella es la Esteban, casi bendita entre todas las mujeres y por supuesto bendito su fruto (Andreita) del cual consigue perdurar en antena y ser todavía un personaje de interés.
Es evidente, tras estos dos párrafos, que no puedo con ella. Tal vez es una simple cuestión de piel, algo que hace que su simple presencia en televisión despierte en mí sentimientos de asco, de rechazo. Pero sí hay algo de ella que, al menos, me inquieta, que hace que esté pendiente de lo que dice y hace. Y es precisamente eso, ver hasta qué punto es capaz de venderse, como si fuera una puta de lujo. ¿Acaso ella no hace lo mismo que una meretriz, de la alta sociedad o de los bajos barrios? ¿Acaso no entrega su vida, en cuerpo y alma, para deleite del pueblo, ése del cual se ha proclamado princesa?
Su exposición al público cada vez gana más enteros. Cuando parece que ya no puede dar más de sí, nuevos dramas emergen de la nada, como si hubiera alguna especie de sociedad secreta -a lo Bones- que pretende hundirla, quitarle el título que regenta y que tanto trabajo le costó ganar. Ella sale en televisión, casi a diario. Y no para colaborar como hacen el resto de sus compañeros. No, ella es la noticia. Ella no tiene que buscar contenidos, pues ya los trae consigo. De verdad, lo que hace ella es casi de Gran hermano, con la salvedad de que el mundo es su casa de Guadalix y que la emisión lleva quince años sin interrumpirse. Un éxito de audiencia, desde luego.
Sé que tenemos Esteban para rato, nuevos conflictos que poco a poco irán apareciendo con el objetivo de apartarla, o al menos eso dirá ella y así lo asimilará su público. La Esteban no tiene vida privada. Su vida es de dominio público. Y ésta, por seguir arriba, es capaz de vender hasta su propia muerte.

2 comentarios:

  1. Magnífica entrada, Roberto. Por cierto: esta tiparraca no es representativa de la gente sencilla de barrio ni de los curritos esforzados: yo vengo de una familia de barrio humilde, de padres muy trabajadores a la par que «pocopudientes» y no me siento identificada con este «ser». En mi Barrio sencillo de Vallecas casi todos estudiamos y nos esforzamos por conseguir cosas. La humildad no es sinónimo de simpleza ni pobreza espiritual. Porque ella es simple, ignorante, necia, pesetera, una meretriz de su propia esencia, como la llama acertadamente un presentador de la Sexta: «la tía que se hizo famosa por tocarle la churra a un torero». Por ello, las personas que se sienten identificada con ella, en definitiva, son como ella, sean del barrio que sean. A tu magníficva entrada sólo me resta añadir: «Amén»
    Besos miles

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  2. Yo tengo la desgraciada teoría de que esta chica no llegará a los 40 y que tendrá un final trágico como el de Carmina Ordoñez. Espero de corazón equivocarme, y que haya un momento en el cuál sepa reconducir su vida y alejarse de los medios, sobre todo porque es un referente para muchas personas (aunque cueste creerlo) y si consigue dar una imagen de cordura y discreción sería muy apropiado.

    Me hace gracia cuando alguna vez he visto que dice que ella no cobra por hablar de su vida en "su programa". Será que no cobra exclusiva o un plus, pero si no es de su vida, de que iba a estar ella tanto en televisión.

    Al final será un juguete roto después de haberse convertido en la gallina de los huevos de oro. Una persona, y por extensión dos familias, de las que se habrán lucrado casi todos los programas de corazón pero que dejarán en la estacada en cuanto no se pueda sacar más jugo.

    Saludos

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