Buscando culpables


El otro día leyendo un blog me encontré con una entrada que hablaba sobre la televisión y el morbo que nos da ver ciertos contenidos. Era un escrito corto que intentaba hacer una reflexión sobre el panorama actual y venía preguntar si valía todo con tal de tener audiencia, si las televisiones carecían de valores o responsabilidades en los contenidos que emitía.
Ni qué decir que estamos ante un tema dónde se ha escrito de todo y que ya poco material nuevo se aporta a este debate: que si la televisión tiene un deber social, que si debe estar para informar, que debe mantenerse fiel a un cierto nivel de exigencia, y por supuesto que no debe emitir cualquier cosa sólo porque la audiencia lo demande. Comentarios que seguramente ya habremos leído en otros lados.
A mí, de todos los comentarios que leí en aquella entrada, la que me produjo una sonrisa en el rostro fue aquel que responsabilizaba a la televisión de ciertas actitudes que los niños repiten en consecuencia de haberlas visto en la pequeña pantalla, o caja tonta en su defecto. Es la misma búsqueda perpetua de responsabilidades que hemos visto en otros sectores, ya sea cine o videojuegos. Y me hizo gracia porque, una vez más, se empieza a depurar responsabilidades de los problemas actuales en un escalón posterior, saltándose el primero de todos ellos: los padres.
Sí, los padres parecen estar exentos a cualquier responsabilidad de cara a la educación de sus hijos menores. Si éstos aprenden un mal lenguaje, si son violentos o promiscuos, si intimidan en grupo a otro compañero, si no saben usar métodos anticonceptivos, si se vuelven chabacanos u ordinarios… No, no es culpa de los padres, principales responsables de su educación, sino que lo son sus respectivos profesores, lo es la televisión que emite programas de cualquier contenido con tal de hacer audiencia en horario infantil, es culpa del cine que emite películas con vísceras volando, es culpa de los videojuegos que incitan a matar y matar. Pero nunca es de los padres. De ellos, jamás.
Es la búsqueda constante de culpables ante los problemas actuales de nuestros jóvenes; niños y adolescentes, donde ciertas instituciones no dudan en exigir cierto control, a veces abusivo, de cualquier contenido que pueda caer en las manos de un niño, con prohibiciones más propias de países con dictadura que de un país democrático.
Da igual que existan 30 canales de diferentes temáticas, que a las cinco de la tarde yo no puedo ver un programa dónde se muestre violencia o sexo, o simplemente se haga uso de un lenguaje embrutecido, porque tal vez hay un niño viéndolo y aprende una mala conducta. En ningún momento nos paramos a pensar dónde están esos padres controlando los contenidos televisivos que el niño consume. No, ponemos una prohibición, el cartel de horario infantil y yo me jodo sin verlo, que me espere a la noche (Da igual si puedo trasnochar o no).
Tampoco importa que tanto las películas cinematográficas como los videojuegos lleven un aviso del tipo de público al cual va dirigido el producto. El niño pide a sus papás el Assasins Creed, con el correspondiente logo de (+18) en grande y ellos se lo compran. Luego, cuando ven que trata de un asesino que mata templarios se llevan las manos a la cabeza y piden que no se comercialicen productos como ése. Hay que proteger a los niños ¿Cómo se atreven hacer juegos o películas así? ¿Y si cae en manos de un niño de doce años y le da una mala idea? Pues ale, que no lo hagan y yo me quedo sin la película, sin el juego. Por que los padres no son culpables de nada. Ellos no pueden evitar cambiar de canal cuando J.J. Vázquez habla de tiburones que asoman de algún pantalón, ellos no pueden interesarse por los títulos que quieren sus hijos para su consola, no pueden evitar que sus hijos vean ciertas películas en el cine… Porque sólo son los padres ¿Qué iban a poder hacer ellos? Por tanto, debe ser la sociedad quién actúe por ellos y elimine cualquier cosa que pueda ser dañina. ¿Cómo? Pues prohibiendo a todos. Porque los padres están impotentes ante este tema. ¿Verdad? Así pues, la sociedad impone y los padres pueden hacer eso que tanto les gusta, despreocuparse de la educación de sus hijos.
Llevamos ya tiempo con esta nueva costumbre. En algunos países la censura está haciendo estragos. Aquí ya nos hemos quedamos sin Saw VI, a la que relegaron a las salas X, en Alemania han aprobado una ley para la violencia en videojuegos, la televisión vive en los juzgados ante las continuas demandas de las Asociaciones de Padres y de Espectadores que se sienten contrariados con la primera palabra malsonante pronunciada antes de las diez de la noche (o de las doce, que se conoce que los niños ya no se acuestan con los Lunnys). Y vale que muchos de esos contenidos no aportan a sus consumidores gran cosa, que muchos tienen una calidad dudosa, pero ¿Acaso no somos libres de decidir qué queremos y lo que no? ¿Acaso merecemos este jarabe de palo general por la incompetencia de muchos padres en controlar a sus hijos?
Pues nada, sigamos así. Ahora ya empiezan a meterse con Internet. Las redes sociales son peligrosas, hay web’s con contiendo adulto, y ni hablar de las malas ideas que uno puede coger navegando por la red. ¡A prohibirlo, pues!
¡Ay, que me quedo sin blog!

2 comentarios:

  1. Dios que vuelve la censura, como dirían los ancianos y los que no lo son tanto.

    Desde luego que el papel de los padres en al educación de sus hijos ha ido perdiendo relevancia desde las dos últimas décadas. Y no sólo ellos, porque abuelos, hermanos y otros familiares cercanos también se han ido eximiendo de su responsabilidad a la hora de inculcar valores y normas de comportamiento.

    Sólo por romper una lanza en favor de los progenitores que SÍ se esfuerzan en que sus niños crezcan con unos principios, se ha de decir que en este mundo globalizado son tantos los canales de información a los que acceden los menores que si un padre no vive en constante alerta es imposible que evite que algún contenido ianpropiado llegue a su hijo.

    El problema es que este tipo de padres por desgracia escasean y la mayoría acaban siendo cómplices de lo que consumen estos pequeñajos cuya inocencia, por desgracia, es corrompida cada vez con más celeridad.

    Saludos

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  2. Completamente de acuerdo.
    Muchos padres tienen hijos porque hay que tenerlos, porque toca, y luego los dejan que trisquen a sus anchas por esos mundo. Para que no molesten les compran la tele para su cuarto, el ordenador y la nintendo sin preocuparse de en qué mundos «pican» y luego se llevan grandes sorpresas...
    Yo tengo dos hijos y he de decir que conseguir que tus hijos vayan por el camino adecuado es dificilísimo, es un esfuerzo constante de 24 horas al día siete días a la semana; educarlos para que recojan sus cosas, para que no vean la tele más de una hora y sólo lo permitido, que no cojan la nintendo nada más que los fines de semana y una hora cada uno, que hagan los deberes, que... Sí, es un gran esfuerzo. Un esfuerzo que a muchos padres les viene grande (por supuesto, en todas estas afirmaciones no incluyo a los padres que trabajan 12 horas fuera de casa... en este caso intervienen otros factores no educacionales del posible «asilvestramiento» de sus hijos). Hay muchos padres, en definitiva que dejan que a sus hijos les eduque la tele, internet y los amiguitos del cole.

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