Perdone que no lo entienda



Hay cosas que no alcanzo a entender. Puede que sea porque le doy demasiadas vueltas a la cabeza a todo o porque doy matices inexistentes a acciones de los demás que le dan un sentido diferente. ¿Será que soy un bicho raro? Cada vez estoy más convencido que sí, que debo serlo, porque hay cosas que simplemente no me parece normales.
Pero voy a explicar cual es la nueva que me ha pasado (Y que me disculpe todo aquel que se sienta contrariado porque empiece un párrafo con ‘pero’).
El sábado pasado abrí mi perfil de Facebook y me encontré que me habían etiquetado en una foto. Era un compañero de Bubok que nos estaba enseñando la portada de lo que será su nuevo trabajo. Una ilustración bastante chula, la verdad. Yo aproveché para darle la enhorabuena y desearle suerte y él me respondió que gracias y que mucha suerte también para mí, con Épsilon III. Hasta ahí, todo normal. En ese momento una persona se me agrega a los contactos. Un hombre a quién no conozco (tampoco me extrañé, tengo a muchos contactos desconocidos en el Facebook que se me agregan por tener gente en común) y momentos después comentó la misma foto dónde se estaba hablando de la nueva novela de mi compañero. Deseó suerte al muchacho, que era el tema a tratar, y después me deseó suerte para mí también, que tiene ganas de leer la última entrega… y aquí llega el hachazo. El interés del hombre conmigo es ver si sigo cometiendo faltas de ortografía. ¡Toma ya!
No quedó ahí el asunto. Minutos más tarde recibo un mensaje del susodicho preguntándome si tengo previsión de sacar un ejemplar que contenga las tres partes de Épsilon para comprarse mi “excelentísima” novela (Soy yo quien pone las comillas porque entiendo que, cometiendo faltas ortográficas, mi novela puede ser de todo menos excelente) y yo me quedo con una cara de gilipollas que me llega hasta el suelo. Sin saber qué decir, qué responder.
¿Por qué me sorprendí? Pues básicamente porque yo no hubiera actuado de ese modo. Yo jamás hubiera hecho un comentario “negativo” a nivel público y luego hubiera adorado la píldora en privado. Empezando porque en la foto la gente estaba comentando a otra persona, no entiendo por qué tengo que salir yo a relucir. Teniendo la posibilidad de comunicarse conmigo directamente, ahora que ya éramos “amigos”, no alcanzo a comprender que se me tenga que exponer a escarnio público en un foro dónde hay mucha gente etiquetada que no tiene nada que ver conmigo, más cuando el tema queda a años luz de mí. ¿Por qué no se limitó a comentar la foto? ¿Había intenciones que no se ven a simple vista? ¿Fue un comentario inocente sin esas pretensiones oscuras que yo le achaco? Más si tenemos en cuenta que se trata de un señor a quien no conozco de nada. No es ese paladín de la real academia que me dedicó dos folios para que dejara de escribir, ni ese otro que se llevaba las manos a la cabeza por escribir: “No había nada” ¡Doble negación! ¡¡Sacrilegio!! No, este hombre era nuevo para mí en todos los aspectos.
Puede que el mensaje no fuera con ningún mal sentido y haya sido yo quién lo ha deformado. Pero lo escrito ahí queda. No es como una conversación que dura el tiempo que se mantiene viva en nuestros tímpanos. No, lo escrito queda para siempre (o hasta que se elimine). Tiene más vida que un sonido. Si alguien entra en la foto de este muchacho y lee los comentarios, llegará un punto que se encuentre con ese apunte y evidentemente se hará una imagen de mí, correcta o no, ahí no entro. Pero la pregunta que me hago es ¿Qué necesidad tenía este hombre de contaminarme? (si es consciente de ello, claro. Aún no deshecho la posibilidad –remota– de que no tuviera mala intención) ¿Acaso soy una especie de leproso a quien haya que señalar?
Cómo no entiendo el beneficio, no entiendo la acción (también precisamente porque no veo beneficio, aún no descarto que todo sea paranoia mía). Tampoco entiendo que muestre interés en Épsilon, que me diga por privado que es excelente, pero en público hable de mis faltas ortográficas. Lo mismo en algún lugar hay un grupo de personas haciendo una porra para ver cuántas veces me he colado en esta ocasión.
La verdad es que me ha molestado. Vale que con algo publicado, aunque sea online, estoy expuesto a críticas. Sé que debo aceptarlas y encajarlas como buenamente uno puede. Pero un comentario de esa índole en ese lugar no me pareció ni acertado ni correcto. Vamos, que me pareció que me quería tocar las pelotas. Ya tuve el año pasado por estas fechas aquel ataque brutal que me desmotivó bastante, lo que provocó que me marchara de aquellos foros llenos de literatos. Luego, en agosto, abrí este blog con una declaración de intenciones de usarlo para obligarme a escribir y mejorar, pero jamás volví a esos sitios llenos de gente tan culta. Ellos ya no supieron de mí y supongo que con el tiempo asumieron que me habían echado de la carretera, cuando de repente regreso de incógnito y con un nuevo libro aún más extenso. A lo mejor nadie contaba con esta osadía por mi parte.
No obstante, y una vez más, voy a permitirme recordar a cualquiera que se sienta contrariado por cualquier falta ortográfica que pueda cometer, que no soy escritor. Escribo porque me gusta, porque me evade, porque me transporta a mundos en los que me gusta estar. Escribo y no engaño a nadie. No me lucro con esta actividad. No percibo un duro. No obligo a nadie a leer, ni lleno los correos electrónicos de mis contactos con e-mails anunciando mis historias. Simplemente me siento y escribo y luego me he permitido la osadía de entrar en una página gratuita, registrarme y subir un archivo en formato pdf por si pudiera ser del interés de alguien más. Si yo pago a un pintor para que me pinte las paredes y deja varias mentiras en las esquinas, le exijo que lo arregle. Pero si me lo pinta gratis; o no acepto sus servicios o le doy las gracias por el tiempo desinteresado que ha puesto en mis paredes.
Puede que no hubiera maldad en el comentario del señor, pero no es la primera vez que alguien de Bubok aparece con este tipo de comentarios. Éste fue muy suave comparado con otros. Lo cierto es que éste es un sector dónde dar codazos está a la orden del día, dónde mola quitarse gente de encima. Hay gente que entiende que publicar en un sitio dónde puedo entrar yo –y mucho peores (Que los hay que escriben sin ningún tipo de conocimiento de la lengua. Yo al menos atino en algo)- merma la calidad global, pues se les puede equiparar con nosotros, el mal ejemplo. Y digo yo: puede que sean estupendos, fabulosos y maravillosos. Tendrán un conocimiento milimétrico del idioma, pero no han de olvidar que muchos jamás encontraron quién los editase, teniendo que volverse a plataformas como Bubok como única opción. La misma que uso yo. Y no olvidemos una cosa, a Bubok le importa tres pepinos cómo escriba la gente. Es una empresa que busca beneficios, aunque éstos vengan de obras que se titulen: “haber si descuvrimos como fumar por la narid con cinco zencillos pasos”.

2 comentarios:

  1. Ahí le has dado, corazón!!!, puede que no o puede que sí tuviera malicia, si de ago estoy segura tras estas incursiones en este nuevo mundo literario de internet, es que hay muchos escritores que se creen serlo, y que por ende les jode en demasía que los noveles en todos los sentidos tengan este buen hacer, pues se haya escrito con faltas ortográficas o sin ellas, lo que es seguro es que el arte está ahí, tienes talento y eso es lo que les humilla... puede que esos sabelotodos sepan escribir tan pulcramente como cualquier miembro de la real academia, pero donde está el contenido valioso que traspasa la frontera y que merece ser narrado?, y no porqué solo entretenga sino que además alegre la vista diaria??, puede que ese tipo de personas que alegremente disfrutan criticando los defectos del prójimo escritor, tengan el peor defecto de todos: no tener ni una buena idea que plasmar ante un papel. Y eso duele, y mucho, más cuando te topas con personas arrogantes y orgullosas. No te quepa duda de la mala intención de ese señor, pues es muy gratificante y gratuito para ellos menospreciar al que tiene talento, porque no encuentro crítica constructiva alguna en ese tipo de intenciones. Son muchos los que navegan con esas argucias por este mundillo, pero tú no decaigas, pelillos a la mar y allá que los den a todos esos engreidos ... para qué mierdas existen entonces los correctores? (y no hablo de programas informáticos, sino de profesionales que se dedican a eso).

    besossss, guapo, y tú ni fú ni fá a esos comentarios.

    Eva

    ResponderEliminar
  2. Precisamente en el problema está solución, y es que si este comentario proviene de alguien que desconoces y que al parecer no se presenta previamente, entonces debes darle a su opinión el valor que se merece.

    No sé si ese hombre llevaba maldad o se le giró la cabeza o tiene un problema aún peor, y es que no sabe expresarse adecuadamente o le falta tacto. De todos modos, y si por si acaso siguiera este blog, le recomendaría que no se pasara por los comentarios que dejan abiertos muchas páginas web de información, donde la gente publica su opinión, ya que en el 90% de las ocasiones hay fallos ortográficos serios, y en algunos más faltas que palabras. Y peor aún, muchos de ellos firman con nicks de abogado, profesor o médico.

    Yo no me considero un "cultureta" pero sí he cursado mis estudios universitarios y procuro fijarme en mi ortografía. Sin embargo, algo que siempre me ha costado horrores es la literatura, libros, ensayos, cualquier obra que se escape de la escritura cotidiana de revistas y periódicos del quiosco. La razón, y enlazando un poco con lo que menciona Eva, cuando a veces cojo el texto de un experto escritor, con una reputación y calidad artística irrefutable, me encuentro delante de auténticas parrafadas que ni me retienen y ni me atraen. Prefiero un "halla" con elle pero que tenga gancho.

    Tú sigue escribiendo, que de "tocahuevos" está lleno el mundo.

    ResponderEliminar