También se acabó


Ya os conté que el sábado acabé de escribir la última entrega de Épsilon –algo que parecía que no llegaría-, pero aquel día de cumpleaños no fue lo único que acabó. Fue un día de finales. Dos años largos escribiendo la trilogía y un poco más aguardando la nueva Fantasía Final. Tanto tiempo esperando el famoso juego para acabarlo en menos de dos semanas, pues el sábado por la noche acabé FFXIII.
Evidentemente no voy a contar cómo acabó la historia. Aunque he desmenuzado otros argumentos de Final Fantasy en el blog, entiendo que esta decimotercera entrega aún está demasiado reciente y que alguien puede caer por error y le destroce el final. Algo que, aunque podía pasar con la octava entrega o la décima -por ejemplo- entiendo que todo aficionado a la saga conoce sobradamente cómo terminan. Por tanto no le había descubierto nada nuevo (Aparte del respectivo aviso de spoillers). Con el XIII sí podría pasar.
No obstante hoy quiero hablar de la criticada nueva entrega de la saga, ya que ahora, con la historia principal acabada, sí puedo tener una opinión más formada que cuando sólo tenía cuatro horas de juego. Porque Square-Enix nos vendió mucho humo, nosotros lo compramos, pero ¿Había algo más tras tanta humareda?
A nivel argumental nos trae una de las historias más complejas de cuantas hayamos jugado. Cabe resaltar que Final Fantasy ha vuelto a ese lugar que le dieron otras entregas como FFVIII o FFX, con una argumento maduro, a veces un tanto desolador, y con varios giros que te van descolocando según avanzas. Esto hace que, durante el inicio sólo quieras saber más y más. Aquella linealidad sólo se puede echar en falta al rejugarlo, pues todo está demasiado centrado en sus personajes, en sus historias, en su drama, todo envuelto en un guión absorbente como pocos. Puede que algunos momentos hayan quedado un poco difusos, mal explicados, o con un vacío que no se sabe rellenar, pero en definitiva FFXIII recupera aquello que perdimos en la anterior entrega.
Curiosamente, diría que FFXIII es la antítesis a FFXII. Acierta dónde el otro falló y falla dónde su antecesor acertó, pues tras acabarlo, con el sabor de boca que te deja la historia, sólo quieres continuar para ver qué cosas ocultas puedes ver. Cual es mi sorpresa que llegados a este punto me vi echando en falta al FFXII, y es curioso, pues realmente los extras de ambos juegos se basan en lo mismo: un puñado de cacerías, cada cual más complicada, hasta llegar a un verdadero reto casi imposible.
Pero FFXII era diferente, casi inspirado en la esencia de un MMORPG (Massively multiplayer online role-playing game) algo que me hacía recordar mis tiempos pasados en Vanadiel, dónde uno tenía que buscar ciertos enemigos que sólo aparecían con ciertas condiciones –cadenas de enemigos derribados, meteorológicas o incluso hora del juego-, aliñado en parte con búsquedas muy concretas de objetos para que las tiendas ofrecieran otros nuevos (las famosas gangas). Todo esto está y no está en FFXIII. Pues parece diferente, o al menos motiva menos, más allá que querer llegar a ese enemigo complicado.
Nos lo vendieron como el juego más difícil de la saga. Y puede que sea porque ya soy perro viejo en estos menesteres, pues más allá del tiempo para mejorar a los personajes, este FF no me ha parecido tan complicado salvo batallas muy concretas y definidas. De hecho, creí que llegaría un momento en el que me tendría que detener para perfeccionar a mis personajes antes de continuar, algo que casi podríamos decir ocurre en cada entrega. Pero no sucedió en FFXIII, o al menos yo no lo necesité. Ni siquiera me molesté en hacer misiones secundarias al llegar al undécimo capítulo, dónde se rompe la linealidad, por lo que mis personajes llevaban a sus espaldas lo que se encontraron con el camino de la historia cuando me topé con el último enemigo de la trama, obligándome a detenerme ahora, cuando todo acabó y sólo para acabar con las misiones adicionales.
No obstante, ha sido un gran juego. Soberbio en los momentos cumbres, emocionante y sorprendente. Infinitamente mejor que el IX, y personalmente superior al VII, pero no ha logrado desbancar al favorito (FFX) e incluso ha hecho que mire con otros ojos a ése otro que tenía por muy malo (el XII).
En fin, esto es como las comidas. Tantas horas cocinando para comerlo en 10 minutos. Tanto tiempo esperando (Estamos hablando de tres años largos) para pasarlo en 10 días. Ahora sólo nos queda volvemos a poner a la espera a que llegue otra obra maestra, la cual esperar con tantas ganas y con tanta ilusión como hemos hecho este Final Fantasy XIII. ¡Ay, maldita espera!

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