Yo no leeré a Stieg Larsson

Os dejo con el artículo que escribí para el número 6 de la revista Groenlandia, que debía haber salido a primeros de este mes, pero que por motivos que desconozco, aún no está en la Web. En cuanto la suban, os informo. Mientras, podéis leer una de mis contribuciones.




Seis y media de la mañana, me dispongo a buscar un asiento libre en el autobús que me lleva a la estación del tren. A mí alrededor una decena de personas con idéntico destino. Muchos leen un libro, me fijo en el título: Los hombres que no amaban a las mujeres. Llegamos a la estación, me subo al Cercanías que me lleva hasta Sol. Hay más gente leyendo. Reparo en el título: La chica que soñaba con una caja de cerillas y un bidón de gasolina. Me bajo en Sol, entro en el metro, me agarro a la barra metálica y observo los títulos de los libros de la gente que lee durante el trayecto: La reina en el palacio de las corrientes de aire…
Stieg Larsson por aquí, Stieg Larsson por allá… Es asombroso, y hasta da un poco de miedo. Todo el mundo lleva los mismos libros, cómo si les hubiesen mandado una orden a su subconsciente para que lo leyeran en masa. Todos siguen la misma directriz que alguien anónimo, o tal vez un ente sin definir, dicta desde las sombras.
Yo no he leído a Stieg Larsson, voy a ser sincero. Tengo amigos que sí lo han hecho y que me han recomendado los libros que forman la trilogía Milenium (Que según leí por ahí, no era una trilogía, sino una saga interrumpida por el fallecimiento del escritor sueco en el 2004 -¡Vaya, la fama le llegó una vez muerto!-) Y aunque al principio me interesé por el primero de los libros, pronto me prometí a mí mismo no hacerlo.
No. Yo no leeré a Stieg Larsson. Y con todos mis respetos al escritor y sus historias, que me consta que son excelentes, pero no lo voy hacer porque no me parece bien que todos, absolutamente todos, tengamos que leer las cuatro novelas que nos mandan las grandes editoriales.
En el 2008, España publicó más de 80.000 títulos diferentes. Entre éstos hay novelas, poesías, ensayos, recetarios, libros de autoayuda… Hay de todo y para todos los gustos. Pensad detenidamente en la cantidad: 80.000 libros y sólo contando España. Ahora sumar lo que haya podido publicar Portugal, Francia, Italia… Podíamos decir que el ritmo de nacimientos de libros es inmenso. No obstante, la mayoría de ellos no tendrán un final feliz, pues no conseguirán abrirse un hueco en las estanterías de las librerías.
Preguntad a vuestro librero habitual. Recibe una cantidad de títulos semanales tan grande que se ve obligado a devolver casi en el momento porque no tiene espacio físico para su exposición. Cómo mucho se queda con algunos, que los apila en vertical y mezclados, en las estanterías más recónditas de su establecimiento, aunque no puede descuidarse. Y no se trata de un simple problema de plazos de devolución con su empresa distribuidora, que le da un margen para devolver en caso de no venderlos. El problema es que la semana siguiente recibe más novelas, la siguiente otras tantas… Tiene que devolver o salirse de la tienda.
Esta ley de la selva que impera en las librerías, dictada por los distribuidores y editores, y propulsada en parte por la gran cantidad de autores que escriben a un ritmo superior a lo que el librero puede vender (Qué ya le gustaría a él venderlos), ha creado una espiral donde sólo el famoso se abre camino, es el único que vende. Ahora Stieg Larsson está de moda, o dicho en otras palabras, los libros de este escritor logran estar en las estanterías (Y en exposición preferente) durante mucho más tiempo de lo que están los demás. Ya pasó con otros libros: El código Da Vinci, El Ocho, La Historiadora, La catedral del mar, La sombra del viento, Un mundo sin fin…
Estos libros son los best-seller de hoy en día, lo que todo el mundo ha leído, los que apoyamos en nuestras rodillas en los trayectos del tren hasta nuestros lugares de trabajo. Yo antes hacía lo mismo. He leído muchos de esos libros, auténticas historias que me apasionaron (algunas más que otras). Sin embargo, tras conocer plataformas virtuales con libros de gente anónima, y tras leer otras historias que no sobreviven en la ley de la librería, me he dado cuenta en lo injusto que es que sólo leamos los libros de Planeta.
Ahora permitidme que os invite a que la próxima vez que vayáis a por una novela, no busquéis el stand del escritor del momento, sino en las esquinas abandonadas del establecimiento. Encontrad ese libro que yace ahí olvidado, aquél que el librero no se percató de devolver, y dar la oportunidad a algo que no lee todo el mundo porque es lo que toca. Al menos es lo que yo hago: y por eso, cabezón y con orgullo, digo que no leeré a Stieg Larsson. No porque tenga algo en contra de este escritor. Sé lo que vais a decirme, que yo me lo pierdo… Lo sé. Pero yo leeré a Iván de los Ángeles Company. ¿Qué no sabéis quien es? Pues vosotros os lo perdéis.

5 comentarios:

  1. Hola..

    Estoy de acuerdo contigo, a mi me pasó lo mismo con Dan Brown y El Codigo Da Vinci, me negué por lo que tu dices, a mi me encanta esa sensación de llegar a una librería pequeña de las que casi ya no quedan, y buscar el que esta apilado entre los apilados, como olvidado.
    Quizá por eso me gustó tanto la historia del Cementerio de los Libros Olvidados, no sé si Zafón entrará dentro de ese "veto" tuyo, jeje...

    Pero por si acaso, para que te pique un poco la curiosidad, yo te imagino como Daniel...

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  2. No se trata tanto de un veto a esos autores, hablo de Stieg Larsson porque es quién está en la picota ahora mismo (A saber a quién tendremos que leer dentro de un año), aunque si que es cierto que a éste en concreto ya le he pillado un tanto de tirria. Ver a todo el mundo leyendo lo mismo, me da una sensación de abducción que hasta me da miedo. Debe haber anuncios subliminales que dicen “lee a Stieg Larsson, lee a Stieg Larsson”

    Con Carlos Ruiz Zafón me pasó algo similar pero por otros motivos. Sí, me he leído la sombra del viento, gran libro, pero cundo leí una entrevista suya donde afirmaba que para que le publicase Planeta, se había amotinado en sus oficinas durante varios meses, como si su cabezonería bastase para ello, me pareció una falta de respeto absoluta. De verdad, no hablo por mí que aún estoy en un periodo de aprendizaje, lo digo en serio, pero sé de otros muchos con gran talento que por más que se pongan en las oficinas de Planeta, no los van a publicar. ¿Tanto trabajo cuesta reconocer que alguien te ha echado un cable para que cedieran y te publicasen? No sé, decir que te publican porque eres un cansino, me parece una memez y una falta a la verdad, o querer atribuirte méritos que no te corresponden. Si mañana alguien me publicase porque he conocido a Mengano y éste me ha ayudado, yo no tendría reparos en decirlo. Es más, sería una muestra de agradecimiento. A Planeta no se llega a golpe de rabieta, sino con contactos.

    Gracias por la comparación con Daniel, Rocío. Me ha gustado jejeje

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  3. No se de donde has sacado esa ridícula cosa de que ruiz zafon "se amotinó" en las oficinas de planeta... Nunca ha dicho eso ni nunca se ha publicado nada semejante. Menuda estupidez.

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  4. Lo de se amotinó es una expresión, no es literal. Pero sí, en una entrevista que le hicieron, él dijo que Planeta nunca creyó en él y que si le publicaron fue porque estuvo insistiendo todos los días hasta que le publicaron… y a mí eso si que me parece una tontería. Si planeta no quiere, por mucho que estés insistiendo no te va a publicar.

    Si encontrase la revista dónde lo leí, lo pondría, pero fue hace mucho tiempo.

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  5. Yo creo que lo leí por Internet, pero hace ya mucho. Aun asi, creo que él no dijo eso con esa intencion, sino que fue una forma de hablar...

    Yo empecé la sombra del viento y lo deje a la mitad... No es que me aburriera.. Estaba bien pero me surgieron otras cosas y me deenganché y ya no me dio por retomarlo. Y stieg larsoon. pues no he leído nada, pero la peli es mala de cojones. Supongo que será cosa de la peli.

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