¿Y el sentimiento positivo?



Enciendas la tele, leas un periódico o visites distintas páginas Web’s, al final siempre te embriaga una misma sensación que te advierte que el mundo se está yendo a la mierda. No hay lugar o noticia que no hable de crisis, de parados, de enfermos... Y cuando intentas desconectar de esta realidad y empiezas a visitar tus páginas de relatos, de poesía, de cine, de ficción, de música... en busca de algo que te evada de ella, al final percibes otra similar, pues poetas, escritores, guionistas y cantantes nos recuerdan una y otra vez lo mal que está la vida.

Lo cierto es que ya no nos basta con que el mundo a un nivel global esté patas arriba, y es que somos verdaderos consumidores de desgracias. Nos gusta sentirnos identificados con lo que leemos o vemos, nos impacta mucho más cuando el poema, el relato, la película o la canción nos hace sentir en primera persona, rememorando los amores perdidos, la droga que nos rodea, las bestialidades que suceden en nuestro entorno. Se masca la tragedia en todos los lados, y aunque estamos hartos de ella, al final somos adictos a este sentimiento negativo.

¿Las mejores canciones? Aquéllas que son tristes, ¿Los mejores relatos? Aquéllos que denuncia las injusticias ¿Las películas que hacen historia? Las que nos recuerdan las consecuencias de las guerras.

Empecé a darme cuenta de todo esto cuando me puse a leer el último número de Groenlandia y algunos blogs de Internet. Todo está desbordado de ese sentimiento, lo malo está de moda, bien porque es lo que necesitan los autores para desahogarse o bien porque es lo que los consumidores piden. Y es así por lo que todo cuánto hoy tenemos parece dañino. Hemos entrado en una espiral negativa que a su vez genera más negatividad. Lo perverso impacta, y cada vez hay que hacerse eco de más maldades y desgracias, ya que las primeras empezaron a pasar inadvertidas.

Mientras tanto, vemos cómo nadie apuesta por el sentimiento contrario, lo positivo de estar aquí, viviendo que no es poco. Acusado de pastelero, de cursi... Así pues, seguimos echando mierda al mundo, para ver quién de todos nosotros puede llenarlo más: puede que estemos ante la generación de la desesperanza, los hijos de la desgracia... y es que no está de moda lo romántico, sino el realismo mezclado con asco.

3 comentarios:

  1. Me encanta, te copio y pego para mi blog, no podías haberlo escrito mejor. Besoss Eva

    ResponderEliminar
  2. Es muy cierto lo que dices sobre las penalidades que rondan nuestro mundo. El otro día me preguntaba lo mismo, pues creo que la literatura también puede ser edificante. Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Eva, esto me salió tras la conversación de dos horas del otro día jejeje.

    Vladimir, me alegro que coincidan nuestras percepciones. Hoy todo es oscuro y lóbrego, y encima está aliñado de nostalgia, tristeza y enfado… Tal vez ha llegado el momento de que cambiemos todos el chip, y me pongo el primero. Saludos y bienvenido.

    ResponderEliminar