A flor de piel



Algunos de vosotros ya lo sabéis, otros simplemente no habéis entendido qué había sucedido para que diera una espantada general de algunos sitios desde principios del verano. Hoy, ya más sereno y relajado, me siento enfrente del ordenador para hablar un poco de ello. Ya lo hice en su momento, aunque pude dejarme llevar por los sentimientos de entonces, y hoy lo retomo debido a un pequeño malentendido con mi amigo Iván, quién ha intentado contactar conmigo sin éxito a través del Facebook. Las explicaciones respectivas a él ya se las he dado en privado, pero aquí, en el blog, quiero transmitir unas disculpas genéricas a todo aquél que esté desconcertado por mi repentina ausencia por aquellos lares.

A primeros de junio empecé a recibir varios correos de personas que querían hacerme varios comentarios respecto a alguna de las novelas que había escrito. Algunos de estos comentarios buscaban sólo ayudar, dar otro punto de vista o hacerme ver algún error... otros, por la contra, se convirtieron en simples ataques gratuitos que no hicieron otra cosa que quebrantar la moral, hasta tal punto que pensé en retirarme. Las criticas durante aquella semana llegaron por varios conductos, cada uno con una cosa, cada mensaje con una queja, como si yo fuese un fraude, un timador que se dedica a estafar a la gente.

Fueron tantas las quejas que recibí durante esa semana que necesité evadirme de todo y de todos, poner un punto y a parte y empezar, pasado un poco de tiempo, desde otro punto de partida. Me llené de susceptibilidades, de miedos. Me sentí un completo inútil, un analfabeto, hasta sentí vergüenza de mí mismo. Por eso me marché.

Ante todo quiero que sepáis que entiendo que, en el momento que pongo algo a merced de la gente, estoy expuesto a cualquier critica. De hecho, ya había recibido otras para todos los gustos con anterioridad. Sé que no gustaré a muchos, a otros sí, y que no serán ni las primeras ni las últimas. Pero supongo que si me afectó tanto entonces fue por varios motivos: que vinieran tan de golpe y seguidas y que fueran de personas que estaban en mi mismo barco. Tal vez por eso fueron tan ofensivos: querrían tirarme por la cubierta.

El primer sorprendido ante esta sensibilidad tan a flor de piel he sido yo. Jamás creí que me pudieran doblegar tan fácilmente, teniendo que marcharme para salvar un poco de autoestima. Claro que ahora entiendo que muchas de las personas que conocí en Bubok no comprendan mi actitud, que la cataloguen incluso de cobarde. Pero señores, necesité ese paréntesis. Yo no engañé a nadie. Jamás dije que fuera un paladín de la Real Academia, ni siquiera dije que fuera un escritor como si exigiera algún tipo de reconocimiento o medalla por ello, por lo que sigo pensando que no me merecía aquellos ataques. Podía haber respondido, haberles dado su debida réplica y batallar hasta el fin como pudieron hacer otros compañeros (a los cuales admiro ya sólo por eso), pero sólo hubiera logrado inmolar mis ganas de seguir inventando.

Preferí encerrarme en una crisálida para protegerme de cualquier nuevo comentario que pudiera avivar las llamas. Ahora estoy intentando recuperar el ritmo, lentamente, con nuevos relatos y con este blog... y, aunque a pasos muy pequeños, continúo con la tercera y última entrega de Épsilon, que ha sido la más perjudicada por todo este tinglado. Si algunos de esos compañeros se pasa por aquí y lee esto, que sirva a modo de disculpa. Cuando acabe la metamorfosis puede que vuelva por esos lares, mientras pueden verme aquí.

1 comentario:

  1. Siempre suelo ser la última en enterarme de las cosas que pasan a mi alrededor. Hoy lo siento más que nunca. No tenía ni idea de que la habían tomado contigo de esta manera... Si me llego a enterar... Yo normalmente soy muy tranquila, pero cuando me cabreo tiemblan las paredes... No entiendo nada de nada. Lo único que se me ocurre decirte es que ha sido pura ENVIDIA de alguien que no llega a tener ni una décima parte de tu increíble IMAGINACIÓN, ni tu arte para construir la arquitectura de una historia llena de acción y emoción, sin que se te escape ni un detalle para completar las vidas PLENAS de unos personajes totalmente VIVOS, con historias pasadas y presentes que enriquecen aún más el argumento. Y lo que más me duele es que haya sido un "compañero", alquien que tal vez se haya dado a sí mismo aires de grandeza creyéndose "profesional", cuando no es más que un juntaletras, como todos nosotros. No entiendo esas reacciones, esas ganas de destruir, salvo si pienso que lo único que puede haberle movido a actuar así haya sido el miedo a la competencia. Te debe de tener mucho miedo para querer quitarte de en medio de esa forma tan vil.
    ¿Todo viene a raíz de ese correo que me enviaste con las correcciones que te habían hecho? Ya te dije en su momento lo que pensaba de esa chorrada. El estilo no tiene que tocártelo nadie, te sobra estilo por los cuatro costaos. Y lo demás, las faltas de ortografía que pueda haber, se arreglan con un simple corrector o con un PROFESIONAL de la corrección (pero uno de verdad, no como ése que te mandó el correo). Los autores que publican en grandes editoriales tienen un corrector personal para cada línea que escriben, de eso no te quepa duda. Lo que podemos hacer los compañeros (los de verdad) no es más que una revisión superficial (yo misma puedo hacértela, si quieres), pues ninguno de nosotros somos expertos en el tema. Y luego tú, cambiar lo que te parezca bien; y lo que no... como las lentejas... Pero eso sólo son detalles. Lo que importa, lo que de verdad cuenta, es la personalidad, la clase, el estilo, la imaginación... y a ti te sobra todo lo que a ese individuo le falta.

    Un besazo de tu hermana de letras, que está muy orgullosa de ti.

    ¡Y a la próxima dime quién es el guapo que se mete contigo, que se va a enterar...!

    ResponderEliminar