El extraño pacto: segunda parte

Marina Salas es Rebeca en 'El Pacto'.

Ayer ya resolvimos el enigma planteado en la miniserie de Telecinco ‘El Pacto’, pudiendo ver los motivos por los cuales siete adolescentes deciden quedarse embarazadas a la vez, y qué decir que, cuánto menos, me pareció un argumento algo esperpéntico. Ya el lunes acaparé la entrada para hablar de esta producción basada en hechos reales, sólo que la realidad superó a la ficción con la cantidad de diecisiete muchachas ligadas a este acuerdo, y hoy continúo para dar las conclusiones.
La segunda entrega resultó tener muchísimo más interés que la primera. A pesar de estar con la historia ya empezada, pudimos ver los orígenes de este pacto gracias a una serie de analepsis o flaskback, para resolver la mayoría de las incertidumbres planteadas. El porqué lo hacen, quiénes son los padres y si ha habido algún tipo de fuerza oscura que las presiona hacerlo son algunas de esas respuestas que vemos, descubriendo una trama un tanto peculiar.
A partir de aquí voy a empezar a desmenuzar lo que sucedió, por tanto, si estás pendiente de verlo en factoría de ficción este jueves o si lo has grabado y aún no lo has visto, no sigas leyendo esta entrada.
Ahora, tras el aviso de spoilers, entro en materia. Las muchachas no son víctimas de ningún tipo de abuso sexual, como podría haber parecido en la primera entrega. Su profesor, el típico lleno de buen rollo, al final resultó ser un buenrollista empedernido y el director, que parecía un poco cabrito, al final resultó ser un cabrón. La historia parte del embarazo no deseado de una de las chicas, que tras una noche de pasión con su novio termina quedándose en cinta y éste decide dejarla tras su negativa de abortar. Pronto el rumor de su embarazo corre por los pasillos, hasta que los padres de la chica se lo confirman al director de la escuela, quién los invita a sacarla del colegio en el próximo curso. Se trata de un centro privado y asume que el resto de padres no encajarán bien que sus hijos vayan a clase con una chica que se ha dejado hacer un bombo. Los padres sopesan las alternativas y deciden mudarse, lo que no sienta demasiado bien a la muchacha, que ya lleva lo suyo con que el novio la haya dejado con el marrón del crío.
Cuando las amigas conocen el problema, todas lo tienen muy claro: hay que denunciarlo. Así, Rebeca, la líder, inicia una serie de movimientos para ayudarla sin mucho éxito. Habla con su madrastra, que trabaja como periodista, pero la mala relación que mantienen, hace que ésta la ignore. Acude al profesor, pero éste, por miedo a una nueva acusación gratuita de abusos como tuvo en el pasado, se niega hablar con ella a solas. Y finalmente planta cara al director sin mucho éxito. Cómo nadie se presta a escucharla, se le ocurre el plan retorcido allá donde los haya. Si el director no quiere un bombo en las aulas ¿querrá siete? Convence al grupo entero y todas se van a la caza del primer tío dispuesto a acostarse con ellas con la condición de no usar condón. Y premio. Todas embarazadas.
Lo que más destacaría de este plan, a parte de lo retorcido que es, es la poca consciencia de ellas ante lo que se traen entre manos. Van a cambiar sus vidas de por vida por ayudar a la amiga. Y ayudar a un amigo siempre está muy bien, pero ¿A qué precio? Y más a los dieciséis años. Seguro que entonces uno cree que ese tipo de amistad dura para siempre, pero bien sabemos los que ya hemos cumplido esa edad que no es así en la mayoría de los casos. Por tanto, ¿No es un plan demasiado precipitado? Posiblemente lo sea, incluso habiendo demostrado la amistad a una prueba de fuego. No obstante, la temeridad y la imprudencia propia de los dieciséis años de este grupo de crías consentidas impide ver lo que una de ellas catalogaba como ‘frikada’ y van hacia adelante para denunciar esta discriminación.
Finalmente, lo consiguen. El mundo las escucha y el director pierde el puesto y la satisfacción de ellas se ve reflejado en seis bebés –pues una de ella se ve obligada a abortar-, y una vida diferente a cómo debería vivirla una chica adolescente. Personalmente fue un poco decepcionante este motivo, a la vez de poco creíble. Hipotecar tu vida de ese modo me sigue pareciendo ridículo, y más por este motivo. Por otro lado, me reafirmo en la opinión que tuve de los padres de las chicas. Son simples, simples y básicos, aunque por otro lado refleja la impotencia que pueden tener los padres de hoy con la nueva ley sobre el aborto, dónde las niñas son quienes deciden al margen de lo que ellos digan.
Desconozco si el pacto de los hechos reales tiene el mismo trasfondo. Si lo es ¡Qué idiotez más grande!
Para finalizar quiero hacer mención a un momento en concreto que pudimos ver ayer. Rebeca sentada en su pupitre y dispuesta a leer una redacción en la clase de lengua. Lo tituló: ¿Debemos querer a nuestros padres por el mero hecho de habernos traído al mundo? Evidentemente Rebeca muestra síntomas de falta de cariño y atención, y venía a decir que, aunque nos hayan mecido en la cuna o nos hayan dado de comer, los hijos no somos de propiedad de los padres, y que los lazos de sangre pierden sentido si no van acompañados de hechos que los refuerzan con el tiempo. Diría que esta sociedad asume que las relaciones paternas siempre son buenas, y cuando fallan, siempre se acusa el fallo al hijo, cómo si los padres jamás tuvieran culpa de algo. Me atrevo afirmar que este sentir radica en la cultura cristiana, dónde la Virgen es una Santa y San José un bendito. Con estos referentes, se asume que todos los padres son iguales y que la capacidad de amar a los hijos es tan grande que es imposible que éstos no velen por su bienestar. No obstante, a veces los lazos de sangre pasan a un segundo o tercer plano. Personalmente, compro a Rebeca casi punto por punto, aunque esto ya es otro tema para otro día.

2 comentarios:

  1. Hola,

    Sobre el final de la TV movie de ayer apenas puedo hacer comentarios ya que no tuve la oportunidad de verla (producto de compartir piso y que haya discrepancias sobre los gustos).

    Pero haré un par de comentarios paralelos al tema que trata y en base al resumen que has hecho. Primero, se centra en la locura que deciden hacer las chicas, pero también habría que analizar quienes son los hombres que se arriesgan a mantener relaciones sexuales con menores de edad sin ningún tipo de protección, acaso no temen las consecuencias de ser demandados por una posible paternidad ¿?.

    Segundo, yo querría estar dentro de un centro donde sé que se discrimina o puedes llegar a sex expulsado por ser madre ¿? Conozco el caso de una señora ya, que fue madre a los 17 y ha podido continuar con sus estudios gracias al apoyo de sus padres. Y en estos perfiles de familía que se presentan no creo que hubiera serios problemas económicos (para ver el caso contrario hay una película que aún no ha llegado a España y que se titula Precious). El director es malo porque la quiere expulsar, pero en el fondo yo creo que él sólamente es el portavoz de lo que piensan el grupo de padres elitistas y conservadores que envían allí a sus hijos.

    Por último, ni a los padres les enseñan a ser padres y no hijos nacen sabiendo ser hijos. El problema está en ambos. Padres de diccionario hay muchos, es decir, progenitores, engendradores por decirlo de otra manera. Los realmente importantes son los que se ganan el cariño y respeto de sus hijos. Yo no soy padre, ni me veo con la paciencia, jeje, pero sí que reconozco que en ocasiones algunos hombres y mujeres, de querer tanto a sus hijos, de evitar que puedan sufrir en el futuro, pierden las maneras y no es que no velen por su (nuestro) bienestar, simplemente que no saben hacerlo de la manera correcta.

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  2. Yo vi la serie y debo decir que tampoco me parecio creible el motivo del pacto. Vale que tenga 16 años, pero eso no debe ser interpretado como una discapacidad. Yo tambien he tenido 16 años y jamas hubiera secundado un pacto así. Vale que el motivo pudiera valer la pena en cierto modo, pero uno no jode su vida para ayudar a un amigo. Vamos, yo no lo hubiera hecho nunca y diria que la inmensa mayoria tampoco. Ademas es que se tiraron a cualquiera... no se, yo quede horrorizada con las chicas. Un guantazo les daba para quitarles la tonteria.

    En cuanto a los lazos de sangre y tal... cualquiera puede tener hijos. No te piden un titulo o garantia que te acredite para criar niños. Eso hace que no todos los padres sepan serlo. A veces son los hijos quienes no lo saben. Pero vamos, que estoy contigo con eso de que ser padre o madre no te da derecho a nada, ni te otorga el titulo con el cual puedes exigir lo que te plaza. Ser madre, padre o hijo, son cosas que hay que ganarlas. Yo tengo hijos y parirlos no me ha hecho ser mas madre. Eso es algo que una se gana dia a dia. Y como hija que tambien soy, diría lo mismo... cuando las relaciones no se cuidan, se rompen. Ya seas amigo, hijo, padre, madre, esposa...

    Besitos (aunque no haya escrito estos días, te sigo leyendo. Espero que la casa te haya quedado bonita)

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